Confirman que la atención de nacimientos por médicas ancestrales reduce riesgos en zonas con acceso limitado a servicios de salud
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
Las parteras indígenas han sido históricamente las guardianas del nacimiento en las comunidades originarias, pero su conocimiento sigue siendo desplazado por un modelo de salud que deslegitima su labor. En Chiapas, el sistema biomédico no solo minimiza su papel, sino que las responsabiliza por las altas tasas de muerte materna, al ignorar el contexto de marginación y la falta de acceso a servicios médicos formales en estas regiones.
El proceso de certificación que se les impone no solo representa un obstáculo burocrático, sino una forma de violencia epistémica que desacredita su saber ancestral. La investigadora de Ecosur, Aida Patricia, documentó este fenómeno en Santiago el Pinar, donde las parteras atienden la mayoría de los partos en ausencia de hospitales cercanos. Sus datos revelaron que lejos de ser un riesgo, estas mujeres han garantizado nacimientos seguros en entornos donde el Estado no ha logrado garantizar el derecho a la salud.
La investigación incluyó actas de nacimiento y defunción, así como entrevistas con parteras, madres y personal de salud. Los hallazgos sustentaron la necesidad de reconocerlas como agentes calificadas en la atención materna. Sin embargo, en lugar de apoyo, enfrentan desconfianza institucional, limitaciones legales y una narrativa que las señala como responsables de complicaciones obstétricas.
El reconocimiento de las parteras indígenas no solo es una cuestión de justicia, sino de estrategia de salud pública. Su trabajo es vital para la reducción de la mortalidad materna, pero el modelo hegemónico de salud las relega, al omitir que su conocimiento ha permitido la supervivencia de generaciones en zonas marginadas.
Mientras las instituciones mantengan una visión excluyente, las parteras seguirán ejerciendo entre el reconocimiento comunitario y la persecución oficial. La discusión no debería centrarse en su validez, sino en cómo integrarlas sin imponerles procesos que atentan contra su autonomía y su legado cultural.