La ONU advirtió que no hay condiciones para ejercer el periodismo ni la defensa de derechos
humanos en la región
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En un país donde ser defensor de derechos humanos puede costar la vida, la región de Los Altos
de Chiapas se confirma como un epicentro de riesgo. Las voces que han documentado abusos,
injusticias o defendido a comunidades indígenas están hoy en el centro de una alerta
internacional, esta vez emitida por cinco relatores de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), quienes denunciaron que no existen garantías mínimas para periodistas y activistas en la
zona.
El caso de Reynaldo Pérez Pérez y José Vásquez Gutiérrez, ambos defensores indígenas, reveló la
persistencia de un patrón: amenazas, atentados y omisiones institucionales. A pesar de ser
beneficiarios del Mecanismo de Protección del Estado mexicano, han sobrevivido a dos ataques
armados y a un intento de desaparición. El señalamiento más grave: la sospecha de participación
de funcionarios públicos en las agresiones.
A esta cadena de impunidad se suma la inacción de las autoridades. Las denuncias presentadas
por los activistas no han tenido consecuencias, lo que, de acuerdo con la relatora Mary Lawlor,
evidenció una ausencia total de voluntad institucional. La protección, en estos casos, parece
limitarse a lo simbólico, sin mecanismos reales para frenar la violencia.
El llamado de la ONU no es nuevo, pero sí urgente. No basta con discursos oficiales sobre derechos
humanos mientras se criminaliza a quienes los ejercen. En Chiapas, el control territorial por parte
de grupos armados y los intereses económicos ligados a megaproyectos han agudizado los riesgos
para quienes alzan la voz, convirtiendo a la región en una zona de silencio forzado.
En un entorno donde el miedo sustituye a la justicia, Los Altos de Chiapas se han convertido en un
espejo incómodo del fracaso estatal para garantizar libertades básicas. Mientras el Estado
mexicano no reconozca la dimensión del problema ni actúe con contundencia, los comunicadores
y defensores enfrentarán una amenaza constante, marcada por el abandono.