Siete de cada 10 empresas en Tapachula no registraron ganancias en el ejercicio fiscal 2024
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Chiapas, la esperanza de recibir reparto de utilidades se ha desvanecido para miles de trabajadores. Lo que antes representaba un respiro económico al cierre del primer semestre del año, hoy es apenas un recuerdo para muchos empleados del sector formal. La razón es clara, la crisis económica ha golpeado con fuerza, lo que dejó a la mayoría de las empresas sin margen de ganancia. Así lo confirmó la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en Tapachula, al advertir que siete de cada 10 negocios no lograron cumplir con el reparto de la Participación de los Trabajadores en las Utilidades (PTU).
El panorama no es nuevo, pero sí más crudo. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Chiapas el 62.3 por ciento de los establecimientos micro y pequeños operan en condiciones de vulnerabilidad financiera, es decir, con ingresos por debajo de sus costos operativos. Esto se agrava en Tapachula, donde la desaceleración del comercio, la caída de la producción agrícola y la inflación acumulada de más del 14 por ciento en insumos básicos, según reportes del Banco de México, han obligado a muchas empresas a sobrevivir apenas con lo indispensable.
Mientras los trabajadores exigen lo que por ley les corresponde, los empresarios apelaron a la comprensión. En medio de protestas y descontento laboral, Canacintra insistió en que el reparto de utilidades está ligado a las ganancias netas de cada empresa, y que en un contexto recesivo como el actual, muchas no generaron rendimientos.
El argumento tiene sustento técnico. De acuerdo con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), el reparto de utilidades solo aplica cuando las empresas reportan utilidades netas en su declaración anual. Si los balances arrojan pérdidas, no existe obligación legal. El especialista en materia fiscal, Fidel Moreno, confirmó que esta situación se ha vuelto más común en Tapachula, donde las empresas pequeñas, que constituyen el 88 por ciento del total registrado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), trabajan al límite sin reportar utilidades reales.
La ausencia de reparto, deja al descubierto una falla estructural más profunda, la fragilidad del modelo económico local. Sin políticas que impulsen el desarrollo de las microempresas ni estímulos fiscales efectivos, el tejido productivo del sur continúa erosionándose.