Habitantes de Arriaga, Tonalá y Pijijiapan sufren afectaciones por obras sin drenaje ni consulta ciudadana
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
Las lluvias de temporada no solo han puesto a prueba la resistencia del Corredor Interoceánico en la Costa de Chiapas, también han revelado una falla de origen, la planificación deficiente. En Pijijiapan, un tramo de la vía férrea fue arrasado por el río, lo que dejó al descubierto no solo una obra inconclusa, sino una preocupación social que crece con cada metro construido.
En municipios como Arriaga, Tonalá y Pijijiapan, donde la vía del tren avanza con ritmo federal, los habitantes se enfrentan a nuevas barreras físicas, calles bloqueadas, puentes demolidos y pasos elevados sin drenaje. El resultado no es desarrollo, sino aislamiento. Para el director del Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa, Nataniel Hernández, estas afectaciones son la prueba de un proyecto que prioriza el trazo sobre la vida cotidiana de la gente.
La construcción, ejecutada por la Secretaría de Marina, ha ignorado aspectos básicos de ingeniería civil y protección ambiental. Uno de los puentes arrasados se ubicaba sobre un cauce caudaloso, sin el refuerzo estructural necesario. Las lluvias no hicieron más que confirmar lo que ya se advertía, sin planeación local ni consulta previa, cualquier megaproyecto se tambalea.
A la par de las afectaciones materiales, también crecen los conflictos legales. Cuatro mujeres enfrentan denuncias de laFiscalía General de la República (FGR) por obstaculizar el derecho de vía. Para el Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa, es una muestra de cómo el sistema de justicia puede ser utilizado como herramienta de intimidación para imponer obras que no cuentan con el respaldo de las comunidades afectadas.
La transformación prometida por el Tren Transísmico parece desdibujarse entre escombros, denuncias y ríos desbordados. Lo que debía unir dos océanos hoy divide pueblos, corta calles y avanza sin escuchar. La obra sigue, pero la confianza de las comunidades por donde pasa, no.