Una respuesta efectiva y transparente es esencial para resolver este conflicto y recuperar la confianza en instituciones
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En Chiapas, la frustración de los transportistas ha llegado a su límite. Este malestar se desató en una reciente protesta frente a la delegación de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), donde afiliados a la Asociación Mexicana de Transporte AC (Amtac) expusieron la extorsión sistemática que sufren por parte de funcionarios y elementos de la Guardia Nacional (GN). La magnitud de la corrupción ha escalado a tal punto que ha llevado a los transportistas a considerar medidas drásticas para ser escuchados.
El malestar se centra en la denuncia de que los operativos de la SICT, en colaboración con la GN, están diseñados para exigir cuotas mensuales a los transportistas, que van desde mil hasta cinco mil pesos por unidad. Esta práctica, según el presidente de Amtac en Chiapas, Jesús Pérez García, representa una forma de extorsión institucionalizada que no solo afecta la economía de los transportistas, sino que lacera la confianza en las autoridades encargadas de regular el transporte.
Los transportistas amenazan con bloquear carreteras y el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez si no se toman medidas inmediatas. Estas acciones drásticas reflejan la desesperación y la falta de respuesta adecuada a sus demandas. Los transportistas se sienten atrapados entre la corrupción y la falta de acción por parte de las autoridades, lo que intensifica su descontento.
Un incidente específico destaca la gravedad del problema: un supervisor exigió cinco mil pesos a un transportista bajo la acusación de exceso de carga, sin siquiera realizar la medición correspondiente. Aunque el dinero fue devuelto tras la denuncia, este caso subraya la falta de integridad en los procesos de inspección y el nivel de corrupción que los transportistas deben enfrentar de manera cotidiana.
El llamado de los transportistas es claro: se necesita una intervención decisiva para erradicar la corrupción en el sector. La crisis en el transporte no solo afecta a los trabajadores, sino que también tiene repercusiones en el servicio al usuario y en la estabilidad económica de la región.