Habitantes denunciaron la intervención del alcalde Mario Aguilar. Acusaron que su intención era
manipular el uso de los recursos del FAISPIAM
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
El intento de sabotear una asamblea comunitaria en Tzajalá Primera Sección, municipio de Chilón,
puso en evidencia la tensión política que atraviesa la región. La comunidad indígena logró
organizarse para elegir a su Comité de Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social
Pueblos y Comunidades Indígenas y Afroamexicanos (FAISPIAM), a pesar del intento de
intervención de elementos de la policía municipal enviados por órdenes del alcalde Mario
Hernández Aguilar. Su presencia fue rechazada de inmediato por los pobladores, quienes los
expulsaron del lugar antes de que la situación escalara.
La comunidad está dividida entre simpatizantes de partido de Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena) y del Partido del Trabajo (PT), este último afín al alcalde. Sin embargo, esta vez
el consenso se impuso: no permitirían injerencia política en un recurso destinado a resolver
necesidades urgentes. La reacción popular fue clara, el dinero federal debe estar al servicio del
pueblo y no de intereses partidistas.
Este fondo federal tiene como objetivo financiar obras sociales básicas en comunidades indígenas
y afrodescendientes. En Tzajalá, se trataba de definir de forma democrática quiénes serían los
encargados de administrar ese dinero. Pero lo que parecía una jornada ordinaria de participación
comunitaria, se convirtió en un episodio de resistencia civil frente al autoritarismo municipal.
Lo ocurrido en Tzajalá reflejó una problemática de fondo, la desconfianza creciente de los pueblos
originarios hacia las autoridades municipales. En lugar de acompañar los procesos comunitarios,
algunos gobiernos locales buscan apropiarse de recursos federales mediante la imposición de
comités afines. Este patrón ha comenzado a repetirse en otras regiones, donde las comunidades
también enfrentan presiones para ceder el control de sus decisiones.
A pesar del intento de sabotaje, la comunidad de Tzajalá concluyó con éxito la asamblea. Eligieron
a sus representantes de manera libre, salvaguardaron su derecho a la autonomía y lanzaron un
mensaje directo, no permitirán que el poder político secuestre sus recursos. Lo que intentó ser
una maniobra de control terminó como una lección de dignidad comunitaria.