El ejido Volcán Chichonal enfrenta una crisis ecológica y de salud que los habitantes vinculan a la extracción petrolera cercana
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En la región Norte de Chiapas, los habitantes del ejido Volcán Chichonal han comenzado a alzar la voz tras años de impactos acumulados por las operaciones extractivas de Petróleos Mexicanos (Pemex). Parcelas agrietadas, arroyos secos y animales muertos son apenas los rastros visibles de lo que los campesinos califican como un ecocidio. Aunque la voz oficial permanece en silencio, el entorno habla, el agua desaparece, la tierra se hunde y el miedo crece.
Los pobladores no se oponen al desarrollo, pero cuestionan el precio ambiental que se les ha impuesto sin consulta ni reparación. Según relataron, la extracción de petróleo en los municipios vecinos de Sunuapa y Ostuacán ha detonado al menos 25 derrumbes en la zona y ha secado afluentes clave para el sustento agrícola y ganadero. Lo más grave, aseguraron, es que Pemex no ha dado explicaciones ni respuestas a los daños causados.
Videos grabados por los propios afectados documentaron no solo la escasez hídrica, sino la presencia de petróleo que brota del subsuelo y contamina lo poco que queda del arroyo local. No se trata de un evento aislado, sino de una crisis ambiental sostenida y progresiva. “Es un ecocidio”, dijo uno de los denunciantes mientras mostraba las huellas del derrame.
El temor a las represalias ha oprimido por años a la comunidad. Varios de los afectados afirmaron que al protestar o visibilizar el problema, enfrentan campañas de desinformación, intimidaciones y hasta acusaciones fabricadas. Lo que debería resolverse con diálogo se ha transformado en una disputa desigual, donde el poder de una empresa estatal choca con la fragilidad de una comunidad olvidada.
Chapultenango no exige milagros, exige respuestas. Mientras Pemex continúa extrayendo riqueza del subsuelo chiapaneco, las familias que viven sobre él apenas sobreviven. El arroyo seco y los cerros desmoronados no son simples accidentes geográficos. La pregunta es si los círculos de poder, tendrán el valor de mirar hacia abajo y reconocer lo que han permitido.