Expertos advirtieron que los restos tecnológicos contienenmetales pesados que contaminan aire, agua y suelo
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Mientras el consumo digital avanza, la gestión de sus residuos retrocede. Chiapas enfrenta una crisis silenciosa,más de 92 mil toneladas de basura electrónica se acumulan cada año sin un sistema adecuado de recolección ni reciclaje. Monitores rotos, cables inservibles y celulares obsoletos terminan en ríos y basureros clandestinos, lo que eleva el riesgo ambiental y de salud.
A pesar del volumen alarmante de estos residuos, solo el 20por ciento recibe un tratamiento adecuado. El resto permanece disperso, infiltrando metales pesados como plomo, mercurio y cadmio en el suelo y el agua. Esta contaminación no solo compromete la biodiversidad, también expone a las comunidades a daños neurológicos y enfermedades crónicas.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), como Vicente Castro, advirtieron que el problema ha sido ignorado de manera sistemática. Mientras países avanzan hacia la economía circular, en la entidad ni siquiera existen centros de acopio para basura electrónica. “La desatención institucional agrava un problema que ya es crítico”, afirmó.
El abandono no se limita a las autoridades. En muchos hogares, la basura electrónica se apila por desconocimiento o desinterés. Esto demuestra una carencia profunda de educación ambiental que impide construir una cultura responsable del consumo tecnológico. Sin intervención, esta montaña de residuos seguirá creciendo sin control. La falta de información y alternativas accesibles refuerza la idea de que desechar aparatos es una tarea secundaria. Así, el problema se perpetúa de forma silenciosa e invisible.
Resolver esta crisis requiere más que campañas simbólicas. Hace falta infraestructura de recolección, marcos regulatorios claros y un sistema de educación ambiental que comience en las escuelas. De lo contrario, la tecnología que prometía progreso terminará siendo la fuente de un daño irreversible.