Ciudadanizar y humanizar la cultura, la buena ruta de Coneculta
Valente Molina
Hace una semana fui testigo de las actividades alusivas al centenario de Rosario Castellanos que organizó el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas. Llamó mi atención la diversidad de actividades que ofrecieron. Desde la convocatoria para la edición de un libro colectivo de ensayos, hasta una completa cartelera con variedad de disciplinas que,además, no se centralizaron en Tuxtla o Comitán, sino fueronrepartidas en 64 recintos culturales de la red institucional en los municipios de la entidad.
Meses atrás, también observé un sui generis festejo del Día de la Niñez que el Coneculta ofreció. Tuvo un programa inclusivo en el que participaron niños y niñas de la Asociación Unidos Pro Down, y personas de varias colonias populares de Tuxtla Gutiérrez. Un programa humano y sensible de tres horas con la presencia de cuentacuentos, cantantes, músicos, rifas y regalos.
Estos dos ejemplos han sido eventos, en los que NO hemos escuchado por parte de los organizadores, discursos prolongados, politizados o fuera de contexto. Más bien se han dedicado a ser anfitriones. En el evento infantil de abril, por ejemplo, la titular de Coneculta, la maestra Angélica Altuzar Constantino se dedicó a saludar a cada uno de los niños y niñas, a sus papás; participó activamente en las rifas y entrega de regalos, y al final se dio tiempo para conversar con los colaboradores del propio Museo de la Niñez.
La evidente ruta humanista que empieza a forjar Conecultarefleja claramente la intención de este Gobierno: políticas públicas culturales centradas en los intereses de los ciudadanos. Porque la cultura también le abona y juega un rol en el desarrollo sostenible. Así lo dice la UNESCO a través de su Informe mundial para el desarrollo urbano, “… la cultura hace que las ciudades sean atractivas, creativas y sostenibles”.
Los núcleos sociales en Chiapas son espacios de vida dinámicos, con tradiciones, saberes, patrimonio e historia, pero también se están transformando y están configurando nuevas dimensiones culturales y resignificándose hacia lo urbano. La Agenda 2030de la UNESCO ha sido visionaria en su Objetivo 11 que exhorta a redoblar esfuerzos para “proteger y salvaguardar la cultura en las ciudades como motor de desarrollo”.
Coneculta, a seis meses de la administración gubernamental de Eduardo Ramírez, empieza a jugar un papel importante en esta ruta de la aplicación de un modelo cultural con un enfoque de desarrollo sostenible, en donde la cultura sea concebida como un derecho humano a través de políticas y practicas locales participativas.
Estos eventos que referí al inicio son (desde mi óptica), las primeras muestras de que sí es posible el trabajo entre los agentes culturales gubernamentales y los agentes comunitariosaplicando políticas innovadoras en el contexto regional chiapaneco. Las personas que ejecutan manifestaciones culturales en Chiapas: música, teatro, cine, literatura, artes escénicas, etcétera, han demostrado que pueden abordar de manera crítica los problemas sociales y eventualmente ofrecerpropuestas para mejorarlos.
La concepción y práctica del valor público de la cultura y su rol en la inclusión social, ha tenido cabida hasta el momento en esta corriente de humanismo que promueve el Gobierno del Estado, en una entidad federativa con diversidad de lenguas y grupos originarios. La cultura le abona pues a la democracia, a la cohesión social; y potencia la agencia colectiva.
Las acciones realizadas por Coneculta reflejan ya una manera diferente de hacer las cosas. Y todo fluye por la extraordinaria manera de dirigir de su titular; y después, por su equipo de servidores del pueblo, atentos, sensibles y preocupados por mantener el contacto con la sociedad. Y eso es ciudadanizar y humanizar la cultura y los servicios.
Vemos pues, una naciente y creciente estrategia que desafía a los discursos y prácticas dominantes del pasado para promover la cultura y las artes; cuando se exaltaban meras pretensiones intelectuales y estéticas con un floclore estereotipado. Cuando florecían los (inmerecidos) apoyos y privilegios, lo mismo para un compositor regional, un pianista o algún pintor oriental.