Manuel Velázquez
Cuando era estudiante quería conocer muchas cosas que me inquietaban, que me despertaban diversas interrogantes. La juventud es una etapa en la que surgen las preguntas más elementales de la vida, del futuro y la profesión. En aquel entonces, me cuestionaba sobre el mundo del arte y su funcionamiento en el mercado.
Las preguntas que me hacía en mi juventud siguen teniendo eco en las interrogantes que se hacen mis estudiantes ahora. ¿Cómo llegan las obras de arte a tener un espacio de mercado? ¿Cómo se comercializan y ponen precio a las obras? ¿Cómo se desarrolla una trayectoria artística? ¿Qué significa prestigio en el mundo del arte?
Estas preguntas no tienen respuestas fáciles, pero son fundamentales para entender el mundo del arte y su funcionamiento. La búsqueda de respuestas es un proceso continuo que requiere investigación, reflexión y experiencia. Como docente, me alegra poder guiar a mis estudiantes en esta búsqueda y ayudarles a encontrar sus propias respuestas.
Se dice que “las oportunidades existen, pero es importante que te encuentren trabajando”. En mi caso, esto se cumplió de manera inesperada. Una noche de 1990, en el taller de serigrafía de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, ubicada en Diego Leño 8, en Xalapa, conocí a Krzysztof Augustin, un artista polaco que trabajó como profesor en la universidad.
Aunque no nos conocíamos, Agustín se interesó en mi trabajo y me pidió ver más obras. Me recomendó dos de las mejores galerías de México: La Galería López Quiroga y la Galería de Arte Mexicano. Me dio un consejo valioso: me encomendó llevar obra en físico a las galerías, no dejarla hasta saber con cuál iba a trabajar y no firmar exclusividad.
Con esas indicaciones, me fui a la Ciudad de México, listo para aprovechar la oportunidad. Aquel encuentro fortuito con Agustín fue un impulso importante para mi carrera artística.
Después de entrevistas con las dos galerías, decidí trabajar con Ramón López Quiroga. La Galería López Quiroga era un espacio de gran prestigio, con una trayectoria impresionante que incluía obras de artistas como: Francisco Toledo, David Alfaro Siqueiros, Roberto Matta, Sebastião Salgado, Rufino Tamayo y Vicente Rojo. Y artistas de generaciones más jóvenes como: Miguel Castro Leñero, Francisco Castro Leñeroe Irma Palacios.
Trabajar con la Galería López Quiroga fue una oportunidad invaluable para mi carrera artística. La Galería López Quiroga abrió sus puertas en 1980 en el corazón de Polanco, en la Ciudad de México. Desde entonces, ha sido un espacio destacado para la exhibición de arte, con numerosas exposiciones dedicadas a la pintura, la gráfica, la escultura y la fotografía.
En aquel entonces, mi obra se inscribía en el Neomexicanismo, se caracterizaba por la representación de animales, vírgenes, sirenas y seres imaginarios y reales que habitaban mis pinturas, inspirados en mi natal Chiapas.
Ramón López Quiroga, coleccionista y crítico de arte moderno y contemporáneo, supo ver la oportunidad en mi trabajo y me acogió en su galería. No solo me brindó un espacio para exhibir mi obra, sino que también financió parte de mi producción con soportes y materiales. Su galería fue durante mucho tiempo uno de los principales espacios para la distribución de mi trabajo.
El 4 de junio, falleció Ramón López Quiroga, dejando una huella imborrable en la cultura mexicana. A lo largo de su trayectoria, impulsó el trabajo de numerosos artistas y contribuyó significativamente a la difusión y reconocimiento del arte contemporáneo en México. Su galería fue un espacio que acogió a generaciones de artistas visuales y promovió el patrimonio cultural de México. Su sensibilidad y visión se reflejan en su legado, que sigue inspirando a la comunidad cultural mexicana.
Aunque no tuve la oportunidad de agradecerle personalmente en vida, quiero expresar mi gratitud por lo que hizo por mí en los inicios de mi carrera y expresar mis condolencias a sus familiares y amigos.Que su legado siga vivo y siga inspirando a futuras generaciones de artistas y amantes del arte.