Salvador Martínez G.
Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que la democracia es el
“sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o
por medio de representantes”, otra acepción define que es el “término referido para
designar a una de las formas de Gobierno en que puede ejercerse el poder político del y
para el pueblo”.
Como se puede observar en ambos términos se utiliza la palabra pueblo, no el eufemismo
de Sociedad Civil acuñado por el neoliberalismo para diferenciarse de las capas populares
del “Popolo”.
Por ello cabe subrayar que la histeria de algunos ejemplificada en las manifestaciones del
pasado domingo por el peligro que vive nuestra democracia, es un alarmismo sin sentido.
Mientras la ciudadanía pueda ejercer su derecho al voto y éste representar el legítimo
reclamo de Sufragio Efectivo, hay auténtica democracia. Pese a quien le pese.
El cómo estructurar el sistema electoral radica también en la soberanía del pueblo, que
como lo dice el artículo 39 constitucional, “todo poder público dimana del pueblo y se
instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo el tiempo el inalienable derecho
de alterar o modificar la forma de su Gobierno”.
Que no se rasguen las vestiduras quienes dicen ver amenazadas las instituciones
democráticas, pues saben bien que las actuales fueron creadas por el neoliberalismo para
perpetuar sus ventajas sobre las mayorías populares.
En este proceso electoral lo más importante es y será la voluntad del pueblo reflejada en
las urnas y si la mayoría no coincide con la visión de Claudio X González y compañía, no
deja de ser democracia pura y auténtica.
Que el pueblo se manifieste con su voto y determine quién será quien le gobierne en el
próximo sexenio, e igualmente defina los cambios legales o constitucionales que la
mayoría determine. Eso es democracia.
SUSURROS
Por más que la cúpula de Morena en la Ciudad de México haya ya definido a sus
candidatos para las alcaldías, diputaciones locales y federales, senadurías, las
designaciones no dejaron a todos contentos.
La unidad es nuestra fuerza, dice el lema de Morena y para confirmarlo salieron para la
foto algunos de los sediciosos resentidos Francisco Chíguil, Martha Ávila, Nancy Núñez y
Cara Brugada, pero lo cierto es que la ansiada unidad no está garantizada especialmente
en el trabajo de campo que todos los dirigentes políticos morenistas deben realizar para
asegurar el triunfo electoral del 2 de julio próximo.
Si la unidad se da solo de dientes para afuera, habrá riesgos en los resultados comiciales
para Gustavo A. Madero, Iztacalco, Xochimilco y hasta Iztapalapa. Cuidado.