Tere Gil
¿Otro nombre? No es desierto, ni hay leones
Como sucede periódicamente, se mueve y expresa el deseo de que el Desierto de los
Leones ese impresionante caudal ecológico de la gran ciudad, deje de llamarse así y se
inserte de nuevo su nombre original de extracto monjil. Socarrón y alburero como es el
mexicano, desde tiempo atrás entre muchos solían circular los chistes de que en el
Desierto de los Leones, no hay desierto ni hay leones y que en Indios Verdes, no hay indios
ni pueden ser verdes. El humor sobre los sitios subía de lugar, como cuando el cantante-
cómico Enrique Guzmán aseguraba que desde la Torre Latinoamericana se ve Chapala. No
puede ser, le decían, Chapala está en Jalisco. No, respondía Guzmán, lo que se ve desde
arriba “es chapala la gente que camina abajo”. Chistes aparte que los hay a montón, el
caso del Desierto de los Leones se presta a una discusión en la que tomen parte los
ciudadanos de la CDMX que es la dueña de esa impresionante porción que se levanta en
mil 866 hectáreas, considerado uno de los grandes parques del país. Esa discusión es
fundamental, porque según se informa, los problemas ambientales, entre ellos el de la
contaminación de la capital, lo han estado afectando.
LA IGLESIA CATÓLICA SE APODERABA DE LOS ESPACIOS PARA EJERCER RITOS
Muy felices estaban los religiosos en el siglo XIX en un país tan rico en espacios. Claro que
el sector que se apoderó del mencionado desierto, que no lo es, lo venía utilizando desde
fines del siglo XVI, como se precisa en Wikipedia que tiene un amplio historial de este
sitio. La utilización en el siglo XIX por los Carmelitas monjes y monjas, parte de un
contrasentido: nombrar desierto a un bosque impresionante que solo en este momento
se nutre de 136 especies. Y se habla de leones, cuando se dice que hubo pumas, pero que
el epíteto era por unos tipos, funcionarios de españoles, que se apellidaban León. La
palabra desierto tenía la connotación de alejamiento, de silencio, porque dichos religiosos
pretendían vivir alejados del mundanal ruido para cumplir sus decisiones. Eso permitió
levantar en ese sitio, conventos que permitían ejercer esa función, las mujeres como
siempre en una iglesia misógina, apartadas de los hombres y por lo general encerradas.
Además de que no se permitía como dueños que se consideraban del lugar, el arribo de
mujeres externas al sitio. Abandonado en su momento, al parecer por el clima frío, fue
tomado a disposición del estado posteriormente, en el decreto que lanzó Venustiano
Carranza el 15 de noviembre de 1917. En 1999, la federación decidió desprenderse del
problema que significaba tener a cuestas el enorme parque y lo cedió a la CDMX y en un
documento legal se consolidó el 24 de noviembre del año 2000, poco antes de que tomara
posesión como presidente, Vicente Fox.
SANTA TERESA DE ÁVILA, LO APROBARÍA: EL NOMBRE DE UN ECOLOGISTA
Ahora que se menciona, como en otras ocasiones el cambio de nombre, valdría la pena
analizar quién podría dar nombre realmente a ese espacio tan singular. Quizá alguien que
haya hecho algo por ese parque, alguien que haya penetrado a fondo sobre su existencia
y haya hecho aportes. Un ecologista, tal vez. La santa de Ávila, Teresa de Jesús, autora de
Las moradas (Editorial Porrúa S.A 1992) estaría de acuerdo. Era una mujer inteligente,
justa y tomaba en cuenta lo esencial para los demás. Era la creadora de la orden de las y
los Carmelitas como los que se instalaron en el llamado Desierto de los Leones. De hecho,
los religiosos que posteriormente se nombraron de esa manera, lo hacían para
reconocerla. En los datos sobre ese parque, se señala que las construcciones que hicieron
los religiosos en ese lugar, de los cuales quedan ocho ermitas, partían de la concepción
que tuvo la religiosa española sobre el valor de las construcciones, que deben de ser
sobrias, útiles, nada ostentosas y acordes con el equilibrio del lugar donde se levantan.
Las ermitas que dejaron en el parque eran los cuartos casi cancelados en donde se
encerraban los monjes a entregarse a la porfía de su Dios. Quizá en los últimos tiempos ya
se habían editado libros sobre Las Moradas en donde la santa de Ávila va mencionando a
lo largo de 40 capítulos y 314 páginas todo el recorrido de su entrega a su Dios, con sus
pecados, vacilaciones y promesas, luchas y ofertas de constricción.
CARMELITAS TRAICIONAN A TERESA DE ÁVILA, APOYANDO A PINOCHET
La grandeza de un personaje como Teresa de Ávila siempre fue reivindicada por las
monjas que llevan el nombre del grupo que formó la española. Pero en declaración directa
conmigo, una de las monjas que estuvo en Chile cuando asesinaron a Salvador Allende,
me dijo allá por 1986, que las Carmelitas se habían alegrado con la deposición y muerte
del presidente y lo habían celebrado esa noche. La madre Carmen, como se llamaba, tenía
una pensión en la que me alojé cuando fuí a cubrir un evento en Roma. 13 años después
se alegraba de aquel hecho, mientras el personaje que fundó a las Carmelitas se reconocía
en el mundo por su apoyo a la reforma de Lutero y la fundamentación de su vida al
respeto al ser humano.