“El albarradón de Nezahualcóyotl, primera obra resiliente en México”
M.C. Ing. Romeo Palacios Suárez
Coordinador ANPROGERI Región Sur Sureste.
Sin duda, la obra más importante de resiliencia prehispánica en México, fue realizada por el ingeniero, arquitecto y poeta Nezahualcóyotl, denominada “El albarradón de Nezahualcóyolt”, solicitada por Moctezuma I o Ilhuicamina, también llamado Moctezuma el Viejo, el cual consistió en un gran dique de 16 km de longitud desde Iztapalapa hasta Tenayuca (Atzacoalco), construida con piedra, troncos de madera, tezontle y arena, la cual sirvió para separar las aguas saldas de Texcoco y las aguas dulces de Tenochtitlán.
Nezahualcóyotl nació en un año indígena denominado Ce-tochtli (1-conejo), que equivale a 1402, cuya fecha equivalente ampliamente difundida es el 28 de abril. En 1414, cuando contaba con apenas 12 años, su padre lo designa su sucesor y realizan las ceremonias de “juramento”, esto en medio del clima bélico que se vivía dado que Tezozómoc quería expandir sus dominios hacia el Acolhuacan. A principios del siglo XV el mayor centro de poder en la cuenca de México era Azcapotzalco, capital de los tepanecas.
Desde su infancia y durante su adolescencia, Nezahualcóyotl recibió una educación muy completa correspondiente a su linaje. Estudió primero en el palacio con tutores designados por su padre, y más tarde en el calmécac, escuela de estudios superiores donde asistían los jóvenes de las clases privilegiadas y gobernantes. De esta forma aprendió la escritura, los ritos y tradiciones ancestrales de sus antepasados chichimecas-toltecas, la historia, las enseñanzas y las doctrinas heredadas por los mexicas y acolhuas venidos del norte y las artes de la guerra y la política, que lo prepararían para gobernar a su pueblo.
El señorío tepaneca bajo Tezozómoc tenía tintes tiránicos, y después de un relativo fracaso militar, mediante una conspiración palaciega logró expulsar de Tetzcoco y en algún momento, dar muerte a Ixtlilxochitl, padre de Nezahualcóyotl. Tiempo después,este tuvo la oportunidad de participar en una alianza con los mexicas, que además de vengar la muerte de su padre, logró derruir el poder tepaneca.
Una vez que recuperó el reino, Nezahualcóyotl gobernó Tetzcoco. Asimismo, ganó reputación de sabio y obtuvo fama como poeta. Su formación intelectual quedó reflejada no solo en la arquitectura de la ciudad, sino también en sus manifestaciones poéticas y filosóficas. Nezahualcóyotl llegó a construir un jardín botánico adornado con pozas de agua y acueductos en Tetzcotzingo, donde eran habituales las reuniones de poetas e intelectuales.
“La tormenta no amainó en toda la noche: siete horas continuas de violenta precipitación, en las que Tláloc vació toda su furia en aquel verano de 1446.
El desastre hablaba por sí mismo. Miles de muertos y desaparecidos. Las zonas bajas de la isla cubiertas por el agua. La zona chinampera del sur desaparecida por completo. Tenochtitlán había sufrido un golpe terrible, una herida de muerte. Les tomaría años a Moctezuma Ilhuicamina y a Cuauhtlatoa (rey de Tlatelolco) ponerla en pie de nuevo.
—No podemos permitir que esto ocurra otra vez, “Lobo”. Tenochtitlán no puede soportar otra inundación como esta —le dijo Moctezuma Ilhuicamina a Nezahualcóyotl.
La reunión de los monarcas del Anáhuac obedecía a la urgente necesidad de buscar una solución a las constantes inundaciones que provocaba la crecida del Lago de Texcoco. Las dotes ingenieriles de Nezahualcóyotl habían quedado más que demostradas con la construcción del acueducto entre Chapultepec y Tenochtitlán. Él era el indicado.
—Ilhuicamina, no encuentro otra solución sino separar las aguas de Tenochtitlán de las de Texcoco. Las aguas que vienen de las montañas de Texcoco, Zumpango y Cuautitlán son determinantes en la crecida del lago, eso sin contar los muchos ríos que alimentan a Azcapotzalco, Chapultepec y Coyoacán.
—¿Hablas de construir una muralla?
—Así es. Solo construyendo un albarradón desde Iztapalapa a Tenayuca podremos hablar de separar realmente las aguas. Las aguas saladas de Texcoco dejarían de mezclarse con las dulces de Tenochtitlán. Controlaríamos mejor el flujo con espaciados portones para prevenir nuevas inundaciones”.
De la obra de Alejandro Basáñez Loyola “Tiaztlán, el fin del imperio Azteca”.
“Amo el canto del cenzontle,
pájaro de las cuatrocientas voces.
Amo el color del jade,
y el enervante perfume de las flores,
pero lo que más amo es a mi hermano,
el hombre”.
-Ahcolmiztli.