Sheila X. Gutiérrez Zenteno
Behua Xiña’. La prueba de la virginidad como una prisión
En la comunidad Binnizá del Istmo de Tehuantepec Oaxaca, algunas mujeres son “raptadas” con fines matrimoniales. Cuando esto sucede, los familiares de ambos asisten a comprobar la sangre de la virginidad. Según las mujeres binnizá, el color del sangrado del himen es comparado con el rojo-rosa del Huachinango, un pez común de la región. Behua Xiña (2023).
Imagina que, como mujer, tu vida futura dependa del color de tu sangre.
Uno de los temas más complejos de abordar para una mujer, probablemente sea el de la virginidad. Para algunas, nombrarlo frente a otras, es impensable. Hablar de la virginidad en nuestra sociedad es como hablar de la menstruación, sabemos de ella, vivimos con ella, pero es mejor que quede oculta. Pero hablar de la virginidad en voz alta es un ejercicio que nos permite comprender a nivel individual (y colectivo) cuál es el impacto real de esta construcción social que atraviesa la vida de cientos de mujeres.
La virginidad, como una prisión social, es el tema que aborda la directora de cine Citnhya Lizbeth Toledo en el documental Huachinango Rojo (Behua Xiña’, 2023). En su ópera prima, nos cuenta las consecuencias de una tradición que se vive cotidianamente en la comunidad zapoteca de Álvaro Obregón, en Juchitán, Oaxaca. En este lugar existe la creencia arraigada (como en otras culturas en el mundo) de que una mujer que ha preservado su virtud, es decir, que nunca ha mantenido relaciones sexuales, debe sangrar por vez primera al renunciar a su castidad con un varón; el sangrado es vital, puesto que es prueba de su pureza, y esa prueba debe ser exhibida ante toda la comunidad.
El documental se divide en cinco actos en los que Cinthya nos acerca al tema de la virginidad desde el punto de vista de las y los adolescentes de la comunidad; describe lo que sucede alrededor de la tradición del rapto y lo que implica; habla del castigo social que las jóvenes enfrentan al no pasar la prueba; nos acerca a la historia de Natalia, una niña de 14 años secuestrada y víctima de feminicidio, para al final preguntarse qué futuro le espera a las niñas de esa comunidad, quienes merecen la libertad de montar bicicleta y jugar futbol, sin preocuparse por que una membrana (himen) defina su valor como personas en el futuro.
La virginidad es un tema en el que estamos inmersas todas las mujeres. Cuando somos niñas, se nos habla de la importancia de preservarla. Siendo adolescentes, la sociedad insiste en que debemos cuidar de ella. Debemos “entregársela” a la persona correcta, estar casadas para poder “perderla”; si no cumplimos lo que socialmente se espera de nosotras (llegar vírgenes al matrimonio) seremos llamadas “mujerzuelas o mujeres fáciles” porque una mujer que no es virgen “es una cualquiera”.
Se tiene la idea de que un hombre (heterosexual y heteronormado) tiene toda la libertad de ejercer su sexualidad, la sociedad machista no exige a los varones pruebas de virtud porque “los hombres no tienen esa telita, entonces no son vírgenes” como explica un joven adolescente en el documental, pero las mujeres no tienen ese derecho, una mujer debe darse a respetar“porque ningún hombre toma en serio a una mujer que ya no es virgen”, son cosas que se nos dicen.
Todas estas creencias se sostienen porque vivimos en una sociedad machista, que prioriza la estructura del dominio masculino y heteronormado sobre la sexualidad, la procreación, el trabajo y los afectos. Son los hombres quienes dictan cómo deben ser, lucir y comportarse las mujeres. Una sociedad machista descalifica a las mujeres que no cumplen con los requisitos que el machismo impone. Hay una superioridad masculina que permite denigrar a la mujer que no llega “virgen” o “pura” al matrimonio, y en algunas culturas es hasta un permiso para tomar su vida, en nombre de la vergüenza que estos hombres viven si llegan a ser impuras. Así se han justificado por décadas los “crímenes de honor”, que no son otra cosa que feminicidios.
Cinthya aborda muchas de estas creencias en su película.
En Huachinango Rojo, nos introduce al mundo binnizá(zapoteco) en el que la virginidad es un elemento social, cultural y religioso que limita la vida de las niñas y adolescentes de la comunidad. En Álvaro Obregón se vive la tradición del “rapto”. Este tiene lugar cuando un hombre (de mayor edad) decide robar a una adolescente o joven mujer para desvirgarla y, si resulta pura, casarse con ella. Decenas de cohetes anuncian al pueblo que una joven fue raptada para, al día siguiente, pasar el día entero en cama recibiendo la visita de todas las mujeres del pueblo, quienes llegan a inspeccionar el color de su sangre, si esta es rosácea como el Huachinango de la región, le dan el visto bueno; se realiza una gran fiesta en honor de la joven y el matrimonio debe concretarse.
La exposición de la joven raptada ante toda la comunidad, tiene como único fin, demostrar públicamente, que era virgen, es decir, que su himen estaba intacto al momento de ser penetrada por su pareja en su primera relación sexual, razón por la que, su vagina produjo un sangrado. Se tiene la creencia de que las mujeres más longevas de la comunidad pueden determinar si la sangre proviene de una mujer virgen o no. El rito es fundamental para que la familia de la que ella proviene sea vista con respeto en la comunidad, sin embargo, esta prueba que se le exige únicamente a las mujeres, se convierte en una prisión que limita su desarrollo como persona.
La forma en que esta experiencia incide en sus vidas es fuente de violencia, no solo con aquellas que aprueban el ritual exitosamente, lo es mucho más con quienes no lo logran. Se trata pues, de refrendar esta idea de la mujer como un objeto que pertenece al varón, y como objeto que es, debe encontrarse en perfectas condiciones al ser raptada. ¿Qué sucede si una joven nunca ha tenido relaciones sexuales pero no sangra? A pesar de que quien le raptó decida casarse con ella, la vergüenza cae en ambas familias. La excluyen y aunque se mantenga algún trato con ella, su voz se ignora, no se le escucha, se le invisibiliza. Mujeres que han vivido esto decidieron migrar del lugar junto a su familia. Pero la violencia no para aquí, el rapto ha terminado en ocasiones en historias de asesinato y violencia. Como parte del machismo con que se cría a los varones en estos espacios, la violencia física, psicológica y el consumo del alcohol, les dan carta blanca para hacer con sus mujeres objetos, lo que ellos deseen.
La Organización Mundial de la Salud ha sido enfática al señalar que la virginidad no es un término médico ni científico, que es imposible determinar si una mujer ha tenido o no actividad sexual mediante pruebas por lo que, prácticas como el rapto que Cinthya narra en su filme, en realidad son rituales que fomentan la discriminación, puesto que buscan “evaluar” la virtud, el honor o el valor social de las mujeres y niñas en la región binnizá.
El amor romántico y la idea de que el matrimonio es lo que da sentido a la vida de las mujeres, nos lleva a tolerar prácticas que nos dañan; se nos ha enseñado por décadas que el amor todo lo puede y que sin importar el dolor o el sufrimiento, las mujeres debemos transitar por caminos llenos de violencia, porque el amor lo vale todo, incluso tolerar ser exhibidas frente a una comunidad, como un trofeo. La virginidad es una prisión simbólica que mantiene sistemas de opresión que obligan a adolescentes y jóvenes mujeres, a negar su sexualidad; se les prohíbe practicar deportes o jugar bruscamente porque su telita (himen) corre riesgo de romperse y con ello, perderse la única prueba de su rectitud moral.
No es algo exclusivo de la región Binnizá, aún en las ciudades y zonas rurales, el valor de decenas de mujeres se mide a partir de su vida sexual y su virginidad. Las historias de mujeres que han vivido con culpa por no haber sangrado en su primera relación sexual porque era la única prueba de su pureza y virtuosismo existen; historias de mujeres que toleran relaciones abusivas porque fue el hombre al que “entregaron” su virginidad y deben seguir ahí; mujeres que cedieron a tener relaciones sexuales por primera vez como prueba de amor solicitada por el novio.
No exigimos pruebas de sangre, pero hoy, a las jóvenes se les exhibe por redes sociales, compartiendo videos o fotografías íntimas porque no hay nada que produzca más placer al hombre macho que hacer alarde de haber “desquintado a una virgen”. Misoginia pura. Todas son historias de violencias que forman parte de nuestra cotidianidad y se justifican “en nombre del amor y la pureza”.
La virginidad es un concepto cultural que limita la decisión de muchas mujeres sobre su cuerpo, les castiga por ejercer su sexualidad y en algunos casos, pagan con su vida el no “elegir al hombre correcto”. Hablar públicamente de la virginidad nos lleva a asumir una postura política que probablemente no sea de agrado para ciertos sectores o personas, sin embargo, es vital para nosotras las mujeres conversarlo cuando está de por medio nuestra salud mental, emocional, física y hasta la vida.
Tenemos que hacerlo porque nuestras niñas y adolescentes merecen lidiar con esto de una mejor manera a como lo hicimos nosotras: sin vergüenza ni culpa porque su valor como mujeres no depende de un himen, todas las mujeres somos valiosas y debemos ser respetadas, sin importar nuestra vida sexual.
Huachinango Rojo será transmitida por Canal 22 el domingo 1 de septiembre a las 22 horas y el lunes 2 de septiembre a las 23 horas (Canal 22.1).
Cinthya Lizbeth Toledo y su productor, Ricardo Melchor, están nominados en la categoría de cortometraje documental en los premios Ariel, que reconoce a lo mejor de la industria fílmica en México. Estudiantes egresados de la Universidad Autónoma de Chiapas; realizaron este trabajo fílmico, gracias al Estímulo para la Creación Audiovisual en México y Centroamérica (ECAMC) y el Fondo Miradas de Ambulante – Netflix. Puede ver la ceremonia de premiación el próximo 07 de septiembre a las 19 horas, por Max.