Sarelly Martínez Mendoza
La historia de la Universidad Autónoma de Chiapas es un árbol de historias, como dijera de Canudos el periodista miope de La guerra del fin del mundo, la novela de Mario Vargas Llosa.
El árbol de historias de nuestra universidad invita al estimulante ejercicio del diálogo con la memoria para conocer los detalles de la semilla germinada, los trabajos de la plantación y el cuidado de sus hojas y sus ramas, de sus flores y sus frutos.
Este árbol vital, de raíces profundas y tronco sólido, cumple 50 años, pero en su horizonte –como la pochota, el árbol sagrado de nuestros antepasados– se proyecta una historia milenaria.
Cada integrante de la comunidad universitaria es parte de este árbol frondoso de la memoria. Cada rama, cada hoja, cada fruto es un racimo de anécdotas, recuerdos, momentos épicos y enseñanzas de superación y compromiso.
Cuando a fines de los 70, un grupo de intelectuales, educadores y políticos sembró la semilla de esta ceiba maravillosa lo concibió como árbol que extendería sus ramas a todo Chiapas y que brindaría estímulo a la inteligencia y las inquietudes de jóvenes que buscarían en esta institución la realización de sus sueños profesionales.
Abre este ejercicio de la memoria el maestro Javier Espinosa Mandujano, un hombre sabio, quien con otras personasplantó a inicios de los 70 la semilla de nuestra universidad. Para lograrlo traía el conocimiento de su pueblo y de los pueblos de Chiapas, su formación académica como abogado de la generación de 1953 de la Escuela de Derecho y la convivencia intelectual y prolífica con los integrantes el Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas quienes soñaron con una universidad propia.
La voz del maestro Javier Espinosa Mandujano se entrelaza con otros practicantes de la memoria oral y escrita, como la del escritor Alfredo Palacios Espinosa, quien fue también impulsor de ese proyecto colosal que era entonces crear una universidad que le diera sentido de vida y realización a generaciones de chiapanecos.
Aquella semilla plantada tiempo atrás empezó a germinar el 28 de septiembre de 1974 con la aprobación de su ley orgánica por el Congreso del Estado, que pronto tuvo reconocimiento público de su existencia cuando el 23 de octubre de ese mismo año se publicó el decreto en el Periódico Oficial, y un día después la Universidad Autónoma de Chiapas tuvo existencia plena y legal.
Nuestra universidad surgió con ramas que crecieron y brindaron cobijo y enriquecimiento de su savia, con la incorporación de las licenciaturas en derecho, ingeniería civil y contaduría pública, y cursos de inglés, francés, alemán y tsotsil, que se impartían en otras escuelas.
Hoy, las ramas universitarias se han extendido por todas las regiones de Chiapas: por el Soconusco, por la Costa, por los Valles Centrales, la Frailesca, la Selva, las tierras zoques, por el Norte y por las regiones Mayas. Algunas escuelasemergieron de otras ramas. Arquitectura brotó de la Escuela de Ingeniería Civil; Humanidades Tapachula, del Campus VI, y Ciencias Sociales, de la Escuela de Derecho.
No siempre se tuvieron espacios propios. Varios cursos se impartieron en escuelas primarias o secundarias, en lugaresprestados por los ayuntamientos como mercados o bodegas. No ha importado. Lo que ha sido fundamental es la capacidad de construir, de soñar, de crear, de fertilizar a este árbol maravilloso que es la Universidad Autónoma de Chiapas.
El árbol de historias de la Universidad Autónoma de Chiapas se ha construido con miles de manos y miles de anhelos. Los éxitos se abonan con esfuerzos compartidos y proyectoscolectivos. Cada estudiante que llega por vez primera a nuestra universidad llega cargado de ilusiones; el propósito ha sido que nuestra institución sea catalizador de esas aspiraciones.
Los inicios de cada nueva unidad académica son muy parecidos, coinciden aquí los diferentes protagonistas: un grupo de profesores, directivos y administrativos, en medio de carencias elementales, deciden crear una carrera. Hay desvelos, negociaciones y búsqueda de infraestructura necesaria. Al paso de los años se logran consolidar licenciaturas, cuyos egresados inciden positivamente en nuestro entorno.
En este ejercicio de la memoria están las voces de los protagonistas que hicieron forjar, con esfuerzos, una licenciatura, un diplomado, un centro de investigación, instituto o facultad.
A través de estas historias orales se conoce por qué algunas unidades académicas están en los lugares que parecían inverosímiles, pero que a la postre han resultado claves en el contexto municipal o regional.
Están aquí las voces pioneras y fundamentales de la universidad, quienes cuentan la historia, los esfuerzos, las negociaciones y los desvelos para contar con nuevas ofertas profesionales en Chiapas.
Aparecen mencionados los benefactores, esas personas que movidos por el afán de servicio y de bienestar en Chiapas, donaron terrenos o infraestructura para albergar al árbol de historias y de sombra bienhechora que es nuestra universidad.
Este ejercicio de la memoria está en proceso, por supuesto, porque la historia de la universidad se construye con el alumnado, el personal académico y administrativo que se acerca a este árbol de medio siglo, que ha dado buenosfrutos, otorgado movilidad social, bienestar y mejores condiciones de vida a miles de chiapanecos.
El personal de Siresu, encabezado por su director Oel GarcíaEstrada, ha tenido la iniciativa de recoger esas otras voces, las voces de quienes han hecho de la Universidad Autónoma de Chiapas no solo el árbol de historias, sino la casa más grande de jóvenes universitarios de la entidad.
En esta lista de promotores del árbol de historias están los académicos Gabriel Velázquez Toledo, Florentino Pérez Pérez y Fernando Daniel Durán Ruiz, que han coordinado estos esfuerzos porque saben de la importancia de la historia oral, del debate de las inteligencias y del ejercicio de la memoria como un atisbo al pasado para reconocer aciertos y delinear el interminable y prometedor futuro.