La crisis alimentaria se agrava por la escasez de recursos y el bajo consumo de comestibles esenciales
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En Chiapas, más de 260 mil personas viven una realidad alarmante, dado que enfrentan serias limitaciones para acceder a alimentos de calidad. Según el “Estudio diagnóstico del derecho a la alimentación nutritiva y de calidad 2024” del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), un 4.8 por ciento de la población chiapaneca enfrenta estas restricciones, cifra que supera el promedio nacional de 3.5 por ciento.
Este problema alimentario afecta a diversos sectores en el estado, donde la carencia de recursos y las dificultades económicas impiden que miles de familias tengan acceso a la canasta básica. En comparación con otras entidades federativas, Chiapas se encuentra entre los estados con mayores problemas para garantizar una alimentación adecuada, solo superado por Tabasco, Tlaxcala y Oaxaca.
El informe del Coneval también destacó que, en Chiapas, el consumo diario de frutas y verduras es muy bajo, al alcanzar solo un 10.6 por ciento de la población. Este dato pone de relieve las profundas desigualdades en los hábitos alimenticios, lo que refleja una escasez de productos frescos en la dieta diaria de los chiapanecos. La región sur del país, en general, presenta cifras preocupantes en este aspecto, con estados como Guerrero y Veracruz que también poseen bajos índices de consumo de estos alimentos esenciales.
El estudio reveló que una de las principales causas de esta crisis alimentaria es el ingreso laboral insuficiente. En 2022, casi la mitad de la población nacional no contaba con los recursos necesarios para adquirir los productos que integran la canasta básica alimentaria. Chiapas es uno de los estados más afectados, con un 19.7 por ciento de su población viviendo por debajo de ese umbral.
Ante esta situación, el Coneval subrayó la necesidad urgente de políticas públicas que garanticen una mayor seguridad alimentaria para las familias chiapanecas. La falta de ingresos suficientes y la carencia de recursos para acceder a una alimentación adecuada no solo afectan la salud de los ciudadanos, sino también su desarrollo económico y social, lo que perpetúa un ciclo de pobreza que golpea al estado y a otras regiones del sur de México.