Especies como cedro, primavera y tepemiztle han sido explotadas sin regulación. Autoridades han ignorado denuncias ambientales
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La deforestación avanza sin freno en el Soconusco. En la última década, más del 30 por ciento de las superficies de árboles maderables han desaparecido, víctimas de la tala clandestina. Comuneros y traficantes han encontrado en la explotación ilegal de especies una fuente de ingresos, mientras el ecosistema paga el precio de la devastación.
El líder campesino, Juan Pablo Hernández, advirtió que el problema ha llegado a niveles alarmantes. Zonas enteras han quedado sin barreras naturales, lo que ha aumentado el riesgo de erosión y afectaciones en los ciclos hídricos de la región. La falta de permisos oficiales ha llevado a que la explotación de la madera ocurra en la ilegalidad, sin ningún plan de reforestación que compense el daño.
Las especies más afectadas incluyen cedro, primavera, chiche y tepemiztle, árboles de alto valor comercial. Elacadémico de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), Vicente Castro Castro señaló que cinco dependencias gubernamentales con responsabilidad en la protección ambiental han sido ineficaces para detener la destrucción. LaSecretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales(Semarnat), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural (Semahn) han recibido denuncias sin dar respuestas concretas.
La impunidad es el mayor aliado de la tala clandestina. Mientras las autoridades archivan denuncias, los taladores mantienen operaciones a gran escala. La falta de vigilancia facilita el tráfico ilegal de madera, que termina en mercados nacionales e internacionales sin que nadie rinda cuentas.
El Soconusco se enfrenta a un futuro incierto. Sin árboles que protejan el suelo y regulen el clima, la región podría sufrir consecuencias irreversibles. Frenar la tala ilegal requiere acciones concretas, no solo discursos. Si no hay cambios urgentes, el ecosistema seguirá cediendo ante la indiferencia y la ambición descontrolada. Cada árbol derribado sin control es un paso más hacia el colapso ambiental de la región.