La falta de infraestructura y oportunidades mantiene a millones de chiapanecos en una situación vulnerable
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Los programas sociales en Chiapas han aliviado, en cierta medida, la economía de miles de familias, pero no han logrado transformar sus condiciones de vida. Con más de dos millones de beneficiarios y una inversión federal de 175 mil 553 millones de pesos en los últimos años, estos subsidios se han convertido en un pilar fundamental para la subsistencia de la población más vulnerable. Sin embargo, la dependencia de estos apoyos sigue en aumento, mientras la pobreza persiste sin cambios significativos.
Las cifras muestran una realidad inmutable: en 2018, el 76.4por ciento de la población chiapaneca vivía en pobreza; para 2020, la cifra aumentó, y en 2022, aunque hubo una ligera reducción, más de tres millones de personas seguían sin poder cubrir sus necesidades básicas. Aunque los subsidios proporcionan un ingreso fijo a muchas familias, el costo de vida y la falta de oportunidades laborales limitan su impacto real. Los hogares que dependen exclusivamente de estos apoyos no logran salir de la precariedad, sino apenas mantenerse en ella.
Los programas con mayor cobertura, como la pensión para adultos mayores, las becas estudiantiles y los apoyos a productores, han garantizado ingresos periódicos a sectores específicos. Sin embargo, estas ayudas no han logrado mejorar el acceso a servicios esenciales como salud y educación. La falta de medicamentos en hospitales y la precariedad en la infraestructura escolar evidencian que el flujo de dinero no se traduce en bienestar integral.
Además, los subsidios han generado un dilema de largo plazo: al depender de ellos, muchas familias no buscan otras fuentes de ingreso, lo que refuerza un círculo de dependencia. Especialistas advirtieron que esta política ha generado incentivos que favorecen más a los gobiernos en turno que a la población.
El reto sigue siendo encontrar un equilibrio entre el apoyo inmediato y la generación de condiciones que permitan a las familias salir de la pobreza de manera sostenible. Sin un modelo que priorice la inversión en infraestructura, empleos bien remunerados y acceso garantizado a servicios básicos, los subsidios seguirán siendo un paliativo insuficiente. Mientras tanto, millones de chiapanecos dependen de un ingreso que apenas les permite sobrevivir, pero no avanzar.