Cerámicas, puntas de proyectil y restos óseos emergieron como piezas clave en los rituales
acuáticos de la antigua civilización
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La Selva Lacandona reveló sus secretos bajo el agua. Cinco sitios arqueológicos subacuáticos
fueron descubiertos en el sistema lagunar de Metzabok, el cual confirmó que los mayas no solo
dominaban la tierra, sino también los misterios acuáticos. Para ellos, los lagos no eran simples
depósitos de agua: eran portales sagrados hacia el inframundo.
Entre cerámicas trípodes, puntas de pedernal y restos óseos, los hallazgos sugieren una compleja
red de actividades rituales y cotidianas en estos cuerpos de agua. La presencia de basureros
domésticos y ofrendas rituales demuestra cómo la vida y la muerte convergían en un mismo
espacio, mismo que reflejó la profunda cosmovisión acuática maya.
Las exploraciones, que implicaron buceo técnico, drones submarinos y fotogrametría 3D, no solo
exigieron precisión científica, sino también respeto por un entorno frágil. Cada inmersión fue un
proceso silencioso con siglos de historia, donde la sedimentación y escasa visibilidad impusieron
sus propias reglas.
El proyecto, respaldado por instituciones como el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Federación Mexicana de
Actividades Subacuáticas (FMAS), busca ir más allá de la mera documentación. Se planteó como
una forma de restaurar el vínculo de las comunidades lacandonas con su legado acuático, el cual
recuerda que estos vestigios son más que ruinas: son identidad viva. Cada hallazgo refuerza la idea
de que el agua fue, y sigue siendo, un eje espiritual y cultural en la región.
Con la mira puesta en nuevas lagunas como Miramar, el equipo proyectó expandir sus búsquedas
mediante tecnologías no invasivas. La arqueología subacuática en Chiapas apenas comenzó a
perfilar un mapa sumergido que podría reescribir el entendimiento sobre el uso maya de los
ecosistemas acuáticos. Cada inmersión futura no solo aspira a descubrir más piezas, sino a
descifrar historias olvidadas bajo el lodo.