Su trabajo se convierte en un pilar esencial para garantizar la seguridad de las madres y
los recién nacidos
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
Las parteras de Chiapas, un grupo de mujeres que han dedicado su vida a la asistencia en
partos, han señalado la lucha constante que han mantenido durante varios años para que
se reconozca y respete su labor. Estas profesionales, que representan una tradición
ancestral, han salvado innumerables vidas en diferentes regiones del estado. Con un
estimado de 600 parteras distribuidas en aproximadamente 42 municipios, su trabajo es
fundamental en comunidades donde el acceso a servicios de salud es limitado.
Las parteras no solo son expertas en el proceso de parto, sino que también juegan un
papel crucial en la promoción de la salud materna y neonatal. A menudo, son la primera y
única opción de atención para muchas mujeres embarazadas en áreas rurales, donde los
hospitales y centros de salud están lejos o son inaccesibles. En este sentido, su labor se
convierte en un pilar esencial para garantizar la seguridad de las madres y los recién
nacidos en un contexto donde la mortalidad materna sigue siendo una preocupación
importante.
Ofelia Pérez, una partera con años de experiencia, expresó en una reciente declaración:
“Nuestro reto es que realmente se respete la partería tradicional y que no nos pongan
más obstáculos. Si realmente quieren hacer unos lineamientos relacionados a la partería
tradicional, que realmente nos tomen en cuenta”. Estas palabras resaltan la necesidad de
que las autoridades reconozcan la valiosa contribución de las parteras y trabajen en
colaboración con ellas en lugar de imponer restricciones que dificulten su labor.
Recientemente, la Secretaría de Salud del estado anunció a través de un comunicado que
está impulsando la partería como una política pública que impacta positivamente en la
salud de la mujer, especialmente en la reducción de la muerte materna. Este enfoque es
un paso importante hacia la integración de la partería tradicional en el sistema de salud,
pero las parteras insisten en que este impulso debe ir acompañado de un verdadero
respeto y reconocimiento de su experiencia y conocimientos.
La formación de parteras ha sido parte de una tradición que se ha transmitido de
generación en generación, y su conexión con las comunidades es profunda. Estas mujeres
no solo asisten en el parto, sino que también ofrecen apoyo emocional y educación sobre
el cuidado prenatal y postnatal. Su labor abarca el cuidado integral de la mujer, lo que
incluye la promoción de prácticas saludables y el empoderamiento de las mujeres en sus
decisiones reproductivas.
Sin embargo, a pesar de su importancia, las parteras enfrentan numerosos desafíos. La
falta de recursos, el acceso limitado a capacitación y la escasez de reconocimiento por
parte de las instituciones de salud son solo algunos de los obstáculos que deben superar.
La situación se complica aún más con la presión de nuevas políticas que, aunque bien
intencionadas, pueden no considerar la realidad de las comunidades a las que sirven.
Las parteras exigen un diálogo constructivo con las autoridades de salud, donde se les
incluya en la toma de decisiones que afectan su práctica. Ellas son las que conocen las
necesidades de las mujeres de sus comunidades y, por lo tanto, deben ser parte integral
de cualquier estrategia destinada a mejorar la salud materna en Chiapas.
El reconocimiento y la valorización de la partería tradicional no solo beneficiarán a las
parteras, sino que también tendrán un impacto directo en la salud de las mujeres y los
niños en el estado. La colaboración entre el sistema de salud y las parteras puede ser la
clave para reducir significativamente la mortalidad materna y mejorar los resultados de
salud en las comunidades más vulnerables.
La lucha de las parteras en Chiapas es un llamado a la acción para que se reconozca su
labor y se les brinde el apoyo necesario para que puedan seguir salvando vidas. La partería
tradicional es una riqueza cultural y un recurso invaluable que debe ser respetado y
promovido como parte de las políticas de salud pública. La salud de las mujeres y los
recién nacidos depende de ello, y es responsabilidad de todos garantizar que sus voces
sean escuchadas.