La falta de recursos económicos y la ubicación geográfica son barreras que excluyen a miles de jóvenes de la vida universitaria
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
La universidad, que promete movilidad social, es una posibilidad lejana para la mayoría de los jóvenes chiapanecos. Solo dos de cada 10 logran matricularse en una carrera, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), una cifra alarmante que posiciona a Chiapas en el penúltimo lugar a nivel nacional. La estadística no solo evidencia un problema educativo, sino uno estructural, ligado a la desigualdad territorial, crisis económica y débil cobertura institucional en las regiones más marginadas del estado.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más de un millón de jóvenes viven en Chiapas, pero apenas 110 mil cursan estudios universitarios. En el ciclo 2000-2001, la tasa bruta de cobertura universitaria era del 13 por ciento, y se encontraba apenas 8.5 puntos por debajo de la media nacional. Hoy, más de dos décadas después, esa distancia se duplicó, Chiapas registra una cobertura del 22 por ciento.
A este panorama se suma el abandono escolar, que en Chiapas afecta a 7.8 por ciento de los jóvenes entre 15 y 24 años, según la Encuesta Nacional de Deserción de la SEP. Las razones no sorprenden, el gasto promedio por estudiante universitario ronda los 23 mil pesos al año en instituciones públicas, y puede superar los 60 mil en privadas. En una entidad donde siete de cada 10 habitantes viven en situación de pobreza de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2022), este gasto es insostenible para muchas familias.
Otro factor crítico es la ubicación de las universidades: la mayoría se concentra en ciudades como Tuxtla Gutiérrez, Tapachula o San Cristóbal, lo que deja a comunidades rurales sin opciones viables. La limitada oferta educativa fuera de estos polos urbanos impide que los jóvenes puedan continuar sus estudios sin migrar o asumir altos costos de traslado. Pero incluso quienes logran egresar se enfrentan a otro muro: la falta de empleo. El 33.2 por ciento de los jóvenes universitarios desempleados en Chiapas considera que no encuentra trabajo relacionado con su carrera conforme a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2023).
La combinación entre bajo acceso, alta deserción, ubicación desfavorable, pobreza y mercado laboral incierto ha convertido la universidad en una meta simbólica más que tangible. Mientras en otros estados se debate la innovación académica o el modelo híbrido, en la entiada la discusión aún gira en torno al derecho básico de estudiar.