Sin salario desde abril y con contratos ausentes, los trabajadores alzaron la voz. Exigieron soluciones inmediatas
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
La protesta iniciada por personal del Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Chiapas (ISSTECH) en Tapachula no es un simple acto de inconformidad, sino la expresión de una profunda fractura en el sistema laboral que sostiene al sector salud estatal. Sin contratos vigentes y con salarios retenidos desde abril, el personal de la Clínica Hospital “Dr. Belisario Domínguez Palencia” se mantiene en pie, cumpliendo con lo esencial, pero sin garantías mínimas para su estabilidad.
Lo que ocurre en esta clínica no puede entenderse solo como un fallo administrativo. Se trata de un patrón de precarización que, año con año, pone en jaque a quienes atienden a la población más necesitada. El uso de subrogación como mecanismo de contratación ha creado un limbo legal que el ISSTECH parece normalizar, lo que deja al personal sin derechos claros ni seguridad en el empleo.
A lo anterior se suma la denuncia de amenazas por parte de la dirección del hospital, lo cual revela un ambiente hostil que cruza la línea de lo institucional hacia lo represivo. El mensaje es claro, exigir condiciones dignas puede tener consecuencias, incluso en una profesión cuya ética se basa en el cuidado del otro. El silencio de la autoridad sanitaria frente a estas acusaciones no solo es alarmante, sino cómplice.
La crítica directa a la directora general del ISSTECH, María del Carmen Fernández, marcó un quiebre con la narrativa oficial. Lejos de confiar en sus gestiones, los trabajadores acusaron su falta de acción y de politizar una institución que ya arrastra un legado de abandono. La administración anterior dejó un terreno árido, y la actual parece dispuesta a continuar esa misma ruta.
Mientras tanto, la tensión crece. Los maestros de la sección 40 anunciaron respaldo y advirtieron que, si no hay solución, los servicios se suspenderán por completo. La salud de miles de chiapanecos pende del hilo de una respuesta institucional que no llega. La pregunta no es solo cuándo se resolverá este conflicto, sino cuánto más puede resistir un sistema que ignora a quienes lo sostienen.