Solo el 18 por ciento de los hombres mayores de 50 años en la región se ha realizado una prueba prostática, según la ENSANUT
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Chiapas, el cáncer de próstata ha dejado de ser un tema médico para convertirse en un problema de salud pública. Con 265 muertes registradas en 2023, esta enfermedad se posiciona como la segunda causa de muerte entre hombres en el estado. Lo más alarmante es la progresión: 15 muertes más que en 2022, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), marcan una tendencia ascendente que no ha sido contenida por el sistema de salud.
A pesar de su letalidad, el cáncer de próstata sigue siendo un mal subdiagnosticado en la entidad. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2022 reveló que apenas el 18 por ciento de los hombres mayores de 50 años en Chiapas se han realizado alguna vez un examen prostático. El estigma, miedo y falta de información han hecho que miles de hombres ignoren los primeros síntomas, condenándose a diagnósticos tardíos y tratamientos menos efectivos.
La situación se complica aún más en regiones como el Soconusco, donde se han detectado casos en hombres de apenas 40 años, lo que rompe con la percepción de que es un padecimiento exclusivo de adultos mayores. De acuerdo con la Secretaría de Salud de Chiapas, en los últimos cinco años los diagnósticos de cáncer de próstata en menores de 50 años han aumentado un 27 por ciento, una cifra que enciende alarmas y exige campañas de concientización más agresivas y enfocadas en poblaciones jóvenes.
Oncólogos en la región subrayaron que el envejecimiento es un factor clave, pero no el único. Factores genéticos, dietas altas en grasas animales y sedentarismo también elevan el riesgo. Mientras tanto, la Red de Servicios de Salud de Chiapas informó que el 74 por ciento de los casos diagnosticados en el estado llegan en etapas avanzadas, cuando el tratamiento es más complejo y costoso. Esto explica, en parte, por qué la tasa de mortalidad continúa elevándose año con año.
El panorama es crítico, pero no irreversible. Aumentar la cobertura de pruebas como el antígeno prostático específico (PSA), mejorar el acceso a urólogos en zonas rurales y desterrar los tabúes sobre la salud masculina pueden hacer la diferencia. En la entidad, donde el cáncer de próstata cobra en promedio 22 vidas al mes, el silencio también mata. La prevención y el diagnóstico temprano son hoy las herramientas más poderosas para cambiar el curso de esta estadística que crece sin freno.
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El estigma, miedo y falta de información han hecho que miles de hombres ignoren los primeros síntomas