A menudo enfrentan la violación sistemática de sus derechos humanos y marginación cultural
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En las montañas de Chiapas, un estado rico en cultura y tradiciones, se oculta una problemática que, aunque poco discutida, afecta profundamente a las mujeres indígenas. Cuando una mujer de estas comunidades comete un acto criminal, las consecuencias son devastadoras no solo por el delito en sí, sino por el contexto cultural y social que exacerba su situación. La falta de acceso a una defensa adecuada, el racismo institucional y la violencia de género son solo algunas de las barreras que enfrentan.
La mayoría de estas mujeres provienen de comunidades marginadas, donde el acceso a la educación y a la información es limitado. Muchas de ellas no comprenden plenamente el sistema legal y, por lo tanto, no pueden defenderse adecuadamente. Un estudio realizado por organizaciones locales ha revelado que más del 70 por ciento de las mujeres indígenas encarceladas no contaron con un abogado durante su juicio. Este vacío legal las deja expuestas a juicios injustos, donde los prejuicios y estereotipos prevalecen.
El testimonio de María, una mujer tsotsil que pasó dos años en prisión, ilustra esta realidad. Acusada de un delito menor, se encontró sola y asustada en un entorno hostil.
“Nadie me explicó lo que estaba pasando. Me sentía invisible”, relata. Su experiencia no es única; muchas mujeres enfrentan el mismo desafío, sintiéndose despojadas de su voz y su dignidad.
La violencia en las cárceles también es un problema alarmante. Se ha documentado que las mujeres indígenas son víctimas de abusos sexuales y psicológicos por parte de otros reclusos y personal de la prisión. Un informe de derechos humanos indica que el 40 por ciento de las mujeres en estas instituciones han sufrido algún tipo de violencia sexual. Este ciclo de abuso perpetúa el trauma y la deshumanización, dejando marcas indelebles en sus vidas.
Además, las condiciones de vida en las cárceles son deplorables. La falta de atención médica, higiene y alimentación adecuada agrava la situación. Las mujeres indígenas, en particular, enfrentan discriminación y aislamiento, lo que dificulta aún más su reintegración en la sociedad una vez liberadas. A menudo, las comunidades no las aceptan de nuevo, y se ven forzadas a vivir en la marginalidad, repitiendo un ciclo de violencia y criminalización.
A pesar de estos obstáculos, hay organizaciones y activistas que trabajan incansablemente para visibilizar la problemática y abogar por los derechos de estas mujeres. Se están llevando a cabo talleres de capacitación legal y emocional para empoderarlas, así como campañas de concientización para la sociedad. Sin embargo, el camino es largo y lleno de desafíos.
Por lo que algunas mujeres que han sido testigos y acompañantes piden que Gobierno tome medidas para abordar esta crisis. La creación de políticas que reconozcan y respeten los derechos de las mujeres indígenas, así como la implementación de programas de rehabilitación y reintegración, son pasos importantes hacia un futuro más justo.
Las mujeres indígenas de Chiapas enfrentan una serie de desafíos que van más allá de los actos criminales que cometen. Su lucha es una lucha por dignidad y reconocimiento en un sistema que a menudo las ignora y margina. Es imperativo que se escuchen sus voces y se tomen acciones concretas para garantizar que sus derechos sean respetados y protegidos. Solo así se podrá construir una sociedad más equitativa y justa para todos.