Roberto Chanona
¿Cuántos cuerpos habrá habitado mi alma solitaria?, me pregunto. ¿Cuántos amores y cuántas penas me han dejado a lo largo de los siglos? El agua se evapora y sube al cielo para regresar en lluvia; a la primavera le precede el invierno y todo en esta vida, si observas, es un ciclo. ¿Por qué entoncesnuestra alma no ha de renacer en otro cuerpo, si es la misma lluvia centenaria? Estoy muy lejos de creer en un infierno, oen el paraíso de los católicos. Platón decía que aprender no es más que recordar. Siendo así, ¿dónde lo aprendimos sino en las otras vidas? A veces pasa que te presentan a una persona y parece que la conoces desde hace mucho tiempo, oentras a un lugar y tienes la sensación de ya haber vivido esemomento, lo que llaman en francés un déjà vu (ya visto).
Todo esto no es más que pura fantasía, sueños guajiros que nos inventamos para creer que existe algo más allá, para no reconocer nuestra insignificancia. ¿Qué hay en verdad del otro lado del puente? Eso es lo vamos a descubrir cuando nos llegue la hora. Mientras tanto, evitemos el sufrimientode la salud por hábitos dañinos en la alimentación, la torturade las pasiones por escoger mal a las personas, el pesareconómico por gastar más de lo que ganamos, el vicio del alcohol o las drogas, por tratar de llenar la falta de amor en nuestra infancia.
Mejor vivamos como se nos hinchen los huevos y luego nos sentemos a llorar nuestra desgracia, o como decía Sabines: ¡a la chingada las lágrimas!, porque “la senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría”. Nadie nos quitará lo trágico que llevamos dentro, ni el maldito gusto por sufrir, pero lo queno se vale es que andemos como perros pidiendo conmiseración, dando lástima por nuestras pendejadas. Aguantemos como machitos y no como algunos que conocí, que cuando les dijeron que tenían cirrosis dejaron de beber y no salían de la iglesia, ¡pa’qué pictes! Uno debe ser congruente con sus actos, como dice aquel refrán deAristóteles: Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino.
Pero todo esto es mucho ruido y pocas nueces y la verdad es que ya no se pa’dónde quiero ir o, simplemente, pretendodecir tanto que me encebollo. Tal vez lo que deseo decir es que soy feliz en el jardín de peras. He caminado 40 años al lado de mi amada Sonia, mi compañera, y la amo más que cuando empezamos. ¿Cómo pasó todo este tiempo?Cometiendo muchos errores, pero nunca me quedé demasiado tiempo en cada uno. Hacía un análisis a conciencia y trataba de no volver a caer. La clave fue ella, quien ha sido como un espejo donde me reflejo y corrijo lo injusto y abono lo justo que hago en mi vida. Para mí no hay bueno ni malo, hay justo o injusto, bello o feo, jamás bonito. En el aspecto espiritual, siempre he sido un servidor de la diosa desde que me rescató a los 23 años ahogándome en un río a las 12 de la noche. No importa que seas musulmán, católico, budista o protestante… importa la honestidad alservicio de tu deidad. Este aspecto siempre es muyimportante porque cada vez que me agarra el temblor tengo de dónde sostenerme y, si es mi hora, Ella sabe que esperocon un equipaje ligero.
¿A dónde quiero ir con la aurora y el canto de los pájaros que me acompañan en el jardín de peras? Es una mañana espléndida, la luz cae sobre los frutos maravillosamente. Las ardillas esperan pacientes para comérselas. Mientras tanto, bebo mi café. El único gran tesoro que tengo son mi salud y mi familia. Nada está por encima, e invierto mi tiempo en mis seres más cercanos: esposa, hijos, hermanos, amigos, compañeros y, si puedo ayudar a la gente, lo hago con gusto y sin esperar nada. Muchos ejemplos tengo de cuando he ayudado, la vida me ha gratificado de alguna forma. Causa y efecto, karma, como dicen los hindúes.
Como en verdad no sé a dónde voy, aunque todos los caminos lleven a Roma, mejor me voy con un poema deamor, que ha sido la piedra angular y a lo que he dedicado toda mi vida:
Observo el mar desde la playa.
Si mi amor fuera como esta inmensidad.
Si tan solo mi cuerpo se alimentara de tus besos.
Si tan solo con nombrarte se apagara mi sed.
Llegas sonriente como la ola preferida del mar.
Llegas como un trino en la rama del alba.
Y soy tu ciervo, tu amante, tu protector.
Soy un ciego por voluntad de tu amor.
¿Escuchas el sonido de las olas?
Escuchas esa inmensidad que grita: ¡Constancia!
¿Acaso oyes la paloma que canta en el palmar?
Que repite como un caracol la palabra: ¡Aguas!
Pero no escuchas, pero no sabes que la piedra
cayó dos veces en el mismo lugar.