Enfrentan una dura realidad marcada por la disminución de precios, riesgos en el mar y la falta de permisos
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En las serenas aguas del Pacífico chiapaneco, la comunidad de Paredón es hogar de una de las actividades más ancestrales, la pesca. Sin embargo, detrás del arduo trabajo diario de sus pescadores, se manifiesta una realidad cada vez más difícil de enfrentar, donde los desafíos económicos y los peligros del mar amenazan su forma de vida.
Virzain Velázquez, un pescador local, compartió su experiencia sobre la situación actual. “Ahorita el comercio del pescado ha bajado mucho. No solo me afecta a mí, sino a todos los pescadores de la bahía. Muchos están sufriendo por el precio del producto”, explicó. Su enfoque principal está en la captura de cazón, tiburón toro y alecril, pero la baja en los precios ha impactado duramente su sustento. “El tiburón, que antes se pagaba a 40 o 35 pesos el kilo, ahora lo quieren pagar a 25, 24 o incluso 20 pesos. Ya no es viable”, lamentó.
El mar, aunque hermoso, presenta riesgos constantes para quienes se aventuran a sus aguas. Virzain detalló que, a pesar de la dedicación y el esfuerzo, los ingresos rara vez justifican el trabajo. “Nosotros trabajamos de lunes a viernes. Salimos a las seis de la mañana y a veces regresamos hasta las ocho o nueve de la noche”, señaló. Este arduo horario pone de manifiesto la dedicación de los pescadores, quienes arriesgan su seguridad en cada jornada.
Los peligros son parte de la rutina. “El mar es tanto bonito como muy peligroso. Una tormenta o un viento fuerte, lo que nosotros llamamos ‘norte’, puede poner en riesgo a los pescadores. Y muchas veces, el precio que nos pagan por el producto no es justo”, advirtió con preocupación.
Además de los riesgos naturales, la falta de permisos actualizados ha limitado la actividad pesquera en Paredón. Muchos pescadores dependen de la cooperativa local para poder operar. “Conforme nos den el permiso, seguimos trabajando. Pero ya tiene años que no tenemos, y la verdad, no sé cuánto cuesta. El que lo paga es el presidente de la cooperativa”, explicó Virzain, revelando una preocupación adicional que complica aún más su situación.
A pesar de las adversidades, los pescadores de Paredón, como Virzain, continúan luchando para mantener viva una tradición que no solo alimenta a sus familias, sino que también da identidad y cohesión a su comunidad. Sin embargo, el futuro de la pesca artesanal se ve empañado por la falta de un comercio justo y la escasez de apoyos constantes.
La lucha de estos hombres y mujeres del mar es un recordatorio de la importancia de valorar y proteger las tradiciones que han sustentado a las comunidades a lo largo de los años. La pesca en Paredón no es solo un medio de vida, es un legado cultural que, sin el apoyo adecuado, podría desvanecerse.
La vida de los pescadores en Paredón refleja una lucha constante entre la tradición y los desafíos contemporáneos. Con un comercio que no les favorece y la incertidumbre en el horizonte, el camino hacia un futuro sostenible y justo es más necesario que nunca. La comunidad debe unirse para buscar soluciones que aseguren la continuidad de esta actividad vital, protegiendo tanto a los pescadores como a su invaluable legado cultural.