Aunque la reforma constitucional de 2024 aceptó sus derechos, el sector sigue sin acceso pleno a servicios básicos
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Chiapas, más de 28 mil mujeres se identificaron como afrodescendientes en el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esta cifra no solo refleja una presencia histórica ignorada, sino que visibiliza una identidad que durante siglos fue negada y excluida de los marcos oficiales. En total, el 1.02 por ciento de la población estatal se autoadscribió como afromexicana, lo que coloca a la comarca entre los 10 estados con mayor número de personas con raíces africanas en el país.
Sin embargo, el reconocimiento demográfico no se ha traducido en justicia social. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE, 2023), solo el 27 por ciento de las mujeres afromexicanas en México tienen acceso a un empleo formal, frente al 39 por ciento de mujeres no afrodescendientes. Esta desigualdad laboral impacta en su autonomía económica, su acceso a seguridad social y su calidad de vida. En el territorio, donde la informalidad ronda el 72 por ciento, la situación es aún más compleja para las mujeres racializadas.
El rezago educativo también ha marcado a esta población. Según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED, 2022), el 35 por ciento de las mujeres afromexicanas mayores de 15 años no concluyó la educación básica, un porcentaje superior al promedio nacional femenino, que es del 26 por ciento. Estas cifras evidencian la necesidad urgente de políticas educativas diferenciadas, que reconozcan el contexto cultural y social de las comunidades afrodescendientes.
A ello se suma una realidad de salud desigual. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2021) reveló que solo el 43 por ciento de las mujeres afromexicanas cuenta con acceso regular a servicios médicos públicos o privados. Esta brecha se vuelve crítica en estados como Chiapas, donde la cobertura médica ya es deficiente, en especial en zonas urbanas marginadas y asentamientos irregulares. La falta de infraestructura, personal capacitado y enfoque intercultural perpetúa la exclusión.
La discriminación, por último, sigue siendo una experiencia cotidiana. La Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2022) indicó que el 52 por ciento de las mujeres afromexicanas dijeron sentirse poco valoradas por la sociedad mexicana. La cifra del Inegi no cierra una estadística, abre una deuda histórica que México aún no salda.