Especialistas sugieren estrategias efectivas para gestionar tensiones emocionales en esta etapa crucial
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
Las vacaciones de verano han quedado atrás, y con su final, muchos estudiantes se enfrentan a una realidad que puede resultar abrumadora. Para algunos, el regreso a clases significa reencontrarse con amigos y retomar el ritmo académico, pero también puede conllevar estrés, ansiedad y una serie de preocupaciones difíciles de manejar.
Michell Álvarez, estudiante universitaria, describió su experiencia: “Las vacaciones las disfruté bien, pero al entrar aquí sentí, ¡no, otra vez la escuela! Los maestros presionan, y como estoy en un semestre más avanzado, es más pesado, especialmente porque estoy en el proceso de tesis. Eso es lo que más me está estresando”. La carga académica y la presión por cumplir con tareas y proyectos son factores que, según expertos, pueden detonar episodios de ansiedad en este periodo.
José María Franco, otro estudiante, comparte su perspectiva: “Me la pasé muy bien en vacaciones, pero vine en blanco. Sin embargo, es una gran oportunidad de volver a aprender lo que tal vez no aprendí. Estamos en séptimo, con un nivel de exigencia mayor, y aunque la ansiedad puede aparecer, creo que si lo sabemos gestionar, se puede eliminar”. La transición de la relajación estival a la exigente rutina académica es un desafío que muchos universitarios enfrentan.
Por su parte, Javier Alexis López, también estudiante, añadió: “La cantidad de proyectos es abismal y la ansiedad que sentimos también lo es. Lo que me ayuda es la lectura o escuchar música, relajarme con amigos. Pero, a pesar de eso, la ansiedad regresa, especialmente el insomnio. Me cuesta agarrar el sueño, sobre todo en las madrugadas”. Estas experiencias resaltan la realidad de que, para muchos universitarios, la presión por el rendimiento puede resultar abrumadora.
El psicólogo Gregorio Camacho explicó que estas reacciones son comunes y tienen un origen claro: “Principalmente, la incertidumbre. Muchas veces, tenemos temor de si lo haremos bien o no, si tendremos un buen desempeño. La ansiedad nos puede llevar a fallar si nos concentramos demasiado en lo que no podemos controlar”. Este ciclo de preocupación y estrés puede ser debilitante, afectando no solo la salud mental, sino también el rendimiento académico.
Camacho sugiere que la prevención es clave: “Mantenerse activos físicamente, bien hidratados y asistir a terapia psicológica son fundamentales. Hay muchos centros de atención, tanto privados como públicos y universitarios. Si el malestar afecta nuestro desempeño, debemos buscar ayuda profesional”. Estas recomendaciones son esenciales para que los estudiantes encuentren un equilibrio y no se sientan abrumados por las exigencias académicas.
El regreso a clases no tiene que ser sinónimo de angustia. Con hábitos saludables, redes de apoyo y la posibilidad de atención profesional, esta transición se puede convertir en una oportunidad para crecer y aprender, no solo en términos académicos, sino también en el manejo de emociones y la construcción de resiliencia.
Expertos mencionan que la clave para enfrentar el regreso a clases radica en abordar el estrés y la ansiedad de manera proactiva. Los estudiantes universitarios, a menudo bajo gran presión, deben reconocer la importancia de cuidar su salud mental y buscar las herramientas necesarias para navegar esta etapa con confianza y bienestar. Con el apoyo adecuado, el regreso a la rutina académica puede ser un desafío no solo superado, sino también transformado en una experiencia enriquecedora.