La situación se agrava por factores culturales, económicos y de acceso a servicios médicos
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Las cifras más recientes revelan que las enfermedades cardiovasculares y la diabetes mellitus no solo se han mantenido entre las principales causas de muerte en el país, sino que se han arraigado en la vida cotidiana de miles de familias. En 2024, 192 mil 563 personas murieron a causa de padecimientos del corazón, mientras que otras 112 mil 641 fallecieron por complicaciones derivadas de la diabetes mellitus.
Ambos problemas tienen un factor en común: el consumo excesivo de azúcares. El doctor David Kershenobich, en un informe basado en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señaló que siete de cada 10 niños mexicanos toman refresco todos los días, muchas veces en el desayuno. Esta costumbre, tan arraigada en la dieta mexicana, se traduce en que cuatro de cada 10 niños y adolescentes ya presenten sobrepeso u obesidad, una condición que abre la puerta a la diabetes temprana y a enfermedades del corazón.
Lejos de ser una simple estadística, se trata de un problema social de enormes dimensiones. Las familias mexicanas, especialmente en estados como Chiapas, se enfrentan a una doble carga: por un lado, el peso de una cultura alimentaria que normaliza el consumo de refrescos como parte de la vida diaria; por otro, la falta de acceso a opciones saludables y a la atención médica preventiva.
En la entidad, la situación es crítica. De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud estatal, las enfermedades crónicas no transmisibles ocupan los primeros lugares en mortalidad. Municipios como Tuxtla Gutiérrez, Tapachula y San Cristóbal de Las Casas registran los índices más altos de diagnósticos de diabetes e hipertensión. A ello se suma la desigualdad en comunidades rurales e indígenas, donde los refrescos suelen estar más disponibles que el agua potable, convirtiéndose en una bebida cotidiana desde edades tempranas.
El doctor Antonio Didier, supervisor regional de epidemiología del IMSS en Tuxtla, lo resume con claridad.
“Enfermedades crónicas no infecciosas y dentro de ellas la que está liderando precisamente es la diabetes, detrás de ella está la hipertensión, que conforman el conjunto de enfermedades crónicas degenerativas y, un poco más atrás, el cáncer”.
La advertencia de los especialistas no solo se centra en el diagnóstico, sino en las consecuencias. La diabetes, por ejemplo, no llega sola: arrastra una serie de complicaciones que impactan órganos vitales como los riñones, el corazón o el cerebro.
“Más que nada la alerta de esto es por las complicaciones de la diabetes… vamos a tener situaciones de degeneración propias de órganos clave para nosotros, como riñones, corazón, cerebro, etcétera”, enfatiza Didier.
Ante este panorama, el gobierno federal ha buscado fortalecer los programas de salud Bienestar, con campañas enfocadas en la prevención, la promoción de hábitos saludables y el control de enfermedades crónicas. Sin embargo, expertos señalan que estos esfuerzos deben acompañarse de una verdadera reeducación alimentaria, puesto que no basta con brindar consultas médicas si no se transforman los patrones de consumo que alimentan la epidemia.