Las especies plantadas aportarán forraje nutritivo al ganado y ayudarán a prevenir la erosión del suelo en siete municipios
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Chiapas se prepara para un ambicioso programa ambiental que busca cambiar la relación entre ganadería y conservación. Con una inversión cercana a los 45 millones de pesos, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) pretende plantar dos millones 250 mil árboles forrajeros en siete municipios, con lo que se busca restaurar 950 hectáreas y ofrecer alternativas productivas que reduzcan la presión sobre los bosques.
El proyecto “Selva Seca” beneficiaría a Ocozocoautla, Jiquipilas, Cintalapa, Arriaga, Tonalá, Pijijiapan y Escuintla, regiones donde el avance de la ganadería ha estado asociado a la deforestación. La iniciativa se apoya en la plantación de especies como mata ratón, guash y ramón, árboles que aportan forraje nutritivo para el ganado y al mismo tiempo protegen el suelo y el agua.
La importancia de esta estrategia se entiende mejor en contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estimó que México pierde alrededor de 155 mil hectáreas de cobertura forestal al año. En Chiapas, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) calculó que cerca del 60 por ciento de la deforestación está vinculada a la expansión de la frontera agropecuaria, en especial ganadera.
La apuesta por árboles forrajeros representó también una medida económica. Según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), la entidad cuenta con más de 2.2 millones de cabezas de ganado bovino. Al introducir árboles forrajeros en los sistemas productivos, se mejora la dieta animal y, de acuerdo con estudios de la Universidad Autónoma de México (UNAM), la producción de leche puede incrementarse hasta un 25 por ciento, mientras que la de carne puede subir en un 18 por ciento con un adecuado manejo.
Más allá de su valor económico, el impacto ambiental es significativo. El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) señaló que el 48 por ciento del territorio chiapaneco presenta algún grado de erosión. Los árboles forrajeros, con raíces profundas, ayudan a estabilizar terrenos, facilitan la infiltración de agua y contribuyen a reducir la pérdida de suelo. Con ello, la inversión no solo busca alimentar al ganado, sino también ofrecer a las comunidades rurales una herramienta clave para enfrentar el deterioro ambiental que amenaza su futuro.