Reclamaron a los estados garantizar condiciones dignas para transmitir sus conocimientos y
proteger su autonomía
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En Brasil, las voces de las parteras tradicionales de Chiapas resonaron con claridad: exigieron
presupuesto y participación en los espacios donde se decide el rumbo de la salud. Para ellas, no se
trata solo de visibilidad, sino de un reconocimiento político que se ha negado de manera histórica.
La práctica que sostienen con dignidad sigue fuera de las decisiones que afectan sus territorios.
Las parteras no buscan integración a un sistema, sino respeto al suyo. Reclamaron condiciones
dignas para enseñar sus saberes, no como pieza folclórica, sino como columna vertebral de la
salud comunitaria. Lo dijeron de frente, sin presupuesto, sin respeto y sin presencia, no hay
justicia para sus pueblos.
En sus demandas hay una urgencia silenciosa, romper con la exclusión institucional que las ha
mantenido al margen de los debates sobre salud reproductiva. Solicitaron que los gobiernos
asignen recursos específicos, no por caridad, sino porque el derecho a parir con dignidad también
se construye desde sus manos.
El Movimiento de Parteras de Chiapas exigió, además, que se detenga el despojo del conocimiento
ancestral. Rechazaron la apropiación de sus prácticas por modelos médicos que no las reconocen
como sujetas políticas. La autodeterminación no se negocia, o hay participación real o enfrentarán
al poder con sus palabras y su oficio.
Lo que se vivió en esa reunión no fue solo una declaración, fue una advertencia. Las parteras están
organizadas, despiertas y claras. No buscan ser incluidas, pidieron ser escuchadas desde su raíz. Lo
que está en juego no es solo un modelo de salud, sino el derecho a existir con autonomía en su
propia tierra. Si no hay diálogo horizontal, persistirá el alzar la voz desde sus asambleas. El tiempo
del silencio terminó; ahora caminan con dignidad y memoria como bandera.