Con apenas 13 mil 695 pesos por familia, la comarca enfrenta una crisis financiera que golpea al ámbito rural
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En un país que presume crecimiento económico, Chiapas sigue quedándose atrás. La reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024 volvió a colocar a la entidad en el fondo de la tabla, los hogares chiapanecos sobreviven con apenas 13 mil 695 pesos mensuales en promedio. La cifra, lejos de ser solo un dato técnico, reflejó una realidad cotidiana marcada por el esfuerzo diario para cubrir lo esencial, sin margen para imprevistos ni aspiraciones.
Las diferencias son abismales. Mientras familias en Nuevo León o la Ciudad de México superan los 36 mil pesos al mes, en la comarca, lo que ingresa apenas alcanza para mantener encendida una estufa, llenar una bolsa con alimentos básicos y cubrir el transporte. Esto no solo limita el desarrollo individual, sino que frena la movilidad social de comunidades enteras, lo que perpetua un ciclo de pobreza difícil de romper.
Esta brecha se refleja también en otras mediciones. Por ejemplo, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2022 el 67.4 por ciento de la población en la entidad vivía en situación de pobreza, y el 26.1 por ciento en pobreza extrema. Además, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO) 2024, el 61 por ciento de los chiapanecos consideró que su situación económica había empeorado respecto al año anterior. A esto se suma que solo tres de cada 10 personas en el estado cuentan con acceso a seguridad social, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE, 2023).
En los mercados de Tuxtla Gutiérrez, los compradores no hacen más que ponerles voz a las estadísticas. “No es que uno quiera quejarse, pero ya no alcanza ni para los huevos”, dijeron. En la región, vivir con austeridad no es una opción ideológica, es una necesidad impuesta por las condiciones económicas.
Los datos de la ENIGH deberían encender alarmas. No solo por lo que dicen, sino por lo que no cambia. Mientras Gobierno federal apuesta por indicadores macroeconómicos, las cifras revelaron que la desigualdad estructural sigue intacta. El territorio no necesita promesas, sino políticas de redistribución real que atiendan los rezagos históricos y respeten la dignidad de quienes todos los días hacen rendir cada peso con ingenio y sacrificio.