Con una nueva estrategia de seguridad, habitantes comienzan a recuperar la confianza y la vida social en su comunidad
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
Hace poco más de un año, caminar por las calles de Pantelhóera un acto de riesgo. El sonido de las balas, los bloqueos de caminos y la presencia de grupos armados mantenían a los habitantes encerrados en sus casas. Las fiestas patronales habían desaparecido, el transporte público operaba de forma limitada y la desconfianza marcaba el día a día. Hoy, el panorama es diferente, la vida comienza a retomar su curso.
El cambio llegó con la administración estatal encabezada por Eduardo Ramírez Aguilar, quien, junto con su equipo de seguridad, impulsó una nueva estrategia que tiene como eje la presencia constante y coordinada de la Fuerza de Reacción Inmediata (FRIP). Al frente de este esfuerzo está el doctor y piloto aviador Óscar Aparicio Avendaño, quien asumió la responsabilidad de devolver la paz a un municipio marcado por la violencia.
Alexander Martínez, habitante de Pantelhó, recordó con claridad la diferencia entre el pasado y el presente. “Agradecemos más que nada al Gobierno del estado, doctor Eduardo Ramírez, que se haya fijado en Pantelhó, dado que nunca otros gobiernos habían volteado a ver nuestro municipio. Agradecemos infinitamente que hayan puesto orden y que esté viendo por la paz de nuestra comunidad”, expresó con gratitud.
En su testimonio, Martínez rememoró los años de encierro forzado: “Sí se nos complicaba porque habían bloqueos, nos bloqueaban el camino, los grupos no nos dejaban pasar. Fue complicada la situación”.
Durante el sexenio anterior, Pantelhó vivió uno de sus periodos más oscuros. Los enfrentamientos entre grupos, las amenazas y la falta de autoridad efectiva provocaron que muchas familias tomaran la dolorosa decisión de abandonar sus hogares. Entre ellas estuvo la de Nardy Guadalupe, quien emigró buscando seguridad para sus hijos y padres mayores. “Nos tuvimos que ir porque desafortunadamente no había tranquilidad, ninguna estabilidad. Yo tengo dos niños y mis padres ya grandes… y por toda la situación que teníamos, la inseguridad que vivimos, porque fueron cuatro años desde que inició el problema y fue una tortura para nosotros”.
La llegada de la nueva estrategia ha marcado un antes y un después. La Fuerza de Reacción Inmediata, con despliegues visibles y acciones de patrullaje permanente, ha reducido los índices de violencia, permitiendo que las familias regresen y que la vida social renazca. Pedro Monterrosa, otro vecino del municipio, describió el ambiente de entonces y el cambio actual: “Toda la gente andaba con temor, ya la gente ya ni salía. Ahorita, gracias a Dios que hay este bendito Gobierno, la gente contenta sale a fiestas. La verdad estábamos en un lugar muy triste, porque los niños, las mujeres ya no salían, por lo mismo que todos prohibían salir. Ya no había ni para transporte y ahora, gracias a Dios, ya cambió”.
Ese cambio también se percibe en los pequeños detalles, las calles que antes lucían vacías ahora tienen niños jugando, el comercio local vuelve a abrir hasta tarde y los eventos comunitarios han regresado al calendario. Nardy Guadalupe lo resumió con una frase que refleja el sentir de gran parte de la población: “Lo que muchos decían que no se podía, sí se puede. Tenemos seguridad, ahora sí se puede dormir tranquilos, podemos transitar las calles sin ningún miedo, sin ningún temor”.
La recuperación de la confianza no ha sido instantánea, pero los avances son visibles. Los habitantes reconocen que todavía existen retos; sin embargo, valoran que el Gobierno estatal no solo haya desplegado fuerza, sino que haya dado seguimiento y permanencia a las acciones de seguridad. Pantelhó, que durante años fue ejemplo de desplazamiento forzado y miedo colectivo, comienza a transformarse en un municipio que mira al futuro con optimismo. El desafío ahora será mantener esta paz y seguir reconstruyendo el tejido social.
Por primera vez en mucho tiempo, los pobladores no solo hablan de la violencia que vivieron, sino de la tranquilidad que están recuperando. Y en un lugar donde antes la noche significaba peligro, ahora significa descanso.