Defensores exigen que se garanticen un proceso judicial transparente y que se brinde justicia a las víctimas
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
Guatemala se ha convertido en el escenario de la captura de Yoel Alter, un ciudadano israelí buscado por las autoridades mexicanas debido a su presunta implicación en delitos de trata de personas en la ciudad de Tapachula, Chiapas. La Interpol, en respuesta a una solicitud de extradición emitida por el Gobierno de México, detuvo a Alter, quien es requerido para enfrentar cargos graves relacionados con la explotación y abuso de menores en esta región del sur de México.
Alter, líder de la comunidad ultraortodoxa radical Lev Tahor, se encuentra bajo investigación por el presunto abuso sexual de varios menores pertenecientes a su comunidad. Este caso ha desatado gran conmoción, dado que, en 2022, las autoridades mexicanas llevaron a cabo un operativo en Tapachula que resultó en el rescate de varios niños que vivían bajo la custodia de miembros de dicho grupo religioso, conocidos por su rígida interpretación de la ley religiosa y sus prácticas extremas.
La operación, que fue posible gracias a una colaboración internacional entre las autoridades de México y Guatemala, se enmarca dentro de una investigación más amplia que involucra actividades delictivas relacionadas con la trata de personas. El grupo Lev Tahor ha sido señalado en diversas ocasiones por su vínculo con comportamientos ilegales, incluyendo la explotación y manipulación de menores.
En el rescate de los niños en 2022, se descubrió que los menores estaban sometidos a condiciones de vida extremas y bajo la influencia directa de Alter y otros miembros de su comunidad. En ese momento, las autoridades mexicanas arrestaron a otros integrantes de la secta, quienes también están siendo procesados por su posible implicación en estos delitos. Sin embargo, Alter logró evadir la captura durante varios meses, hasta su reciente detención en Guatemala.
Este arresto ha generado una gran preocupación entre los defensores de los derechos humanos, quienes exigen que las autoridades mexicanas y guatemaltecas garanticen un proceso judicial transparente y que se brinde justicia a las víctimas. En este sentido, se espera que la extradición de Alter permita esclarecer los detalles de la operación ilícita que operaba en la región, y que, además, se tomen medidas para evitar que más menores queden bajo el control de estos grupos que promueven conductas nocivas y peligrosas.
Las autoridades mexicanas han manifestado su agradecimiento por la cooperación de la Interpol y la Policía Nacional Civil de Guatemala, quienes actuaron rápidamente para cumplir con la solicitud de extradición. La detención de Alter es un paso significativo en la lucha contra la trata de personas y el abuso infantil, un problema que persiste en varias regiones del país.
El caso de Yoel Alter y el grupo Lev Tahor pone de relieve las amenazas asociadas con comunidades cerradas y aisladas, que a menudo operan al margen de la ley y se protegen mutuamente de la intervención estatal. La captura de Alter representa una victoria para la justicia, pero también una oportunidad para reflexionar sobre las dinámicas de poder y control que pueden existir dentro de ciertos grupos religiosos, y la importancia de garantizar que los derechos de los menores sean protegidos en todo momento.
En años del 2024 en el municipio de Huixtla, Chiapas, un operativo encabezado por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) resultó en la detención de varios miembros de la secta judía Lev Tahor. La intervención policial, que generó una fuerte protesta en las instalaciones gubernamentales donde fueron recluidos los detenidos, ha desatado nuevamente la atención sobre esta organización religiosa que ha sido objeto de controversia y denuncias internacionales por sus prácticas abusivas.
Durante la detención, un niño miembro de la secta fue grabado gritando mientras otros integrantes se manifestaban en contra de la intervención gubernamental. La escena, que fue rápidamente difundida en medios y redes sociales, ha puesto de relieve las tensiones entre la comunidad de Lev Tahor y las autoridades mexicanas, quienes mantienen a los detenidos bajo custodia mientras se resuelven las investigaciones.
Lev Tahor, una secta ultraortodoxa originaria de Israel, es conocida mundialmente por sus estrictas interpretaciones de las leyes religiosas, lo que incluye prácticas altamente controvertidas. Entre las más condenadas se encuentran los matrimonios infantiles, la separación forzada de familias y la explotación de menores, especialmente dentro del contexto de su régimen de vida aislada y rígidamente controlada. Estas prácticas han provocado la intervención de diversas organizaciones internacionales que denuncian las violaciones a los derechos humanos perpetradas por los miembros de esta secta.
El caso reciente en Chiapas se suma a una serie de incidentes vinculados con Lev Tahor en México. En el mismo año, la Fiscalía General de la República (FGR) ejecutó otro operativo en la frontera de Tapachula, donde se detuvo a dos presuntos líderes de la secta, Menachem “E” y Moshe “J”. Ambos individuos fueron arrestados bajo acusaciones graves, que incluyen delincuencia organizada, narcotráfico y abuso sexual. Estas acusaciones reflejan la complejidad de las actividades del grupo, que no solo están relacionadas con prácticas religiosas extremas, sino también con el crimen organizado, lo que aumenta la preocupación sobre la seguridad y el bienestar de quienes se encuentran bajo su influencia.
Las autoridades mexicanas han señalado que el operativo en Huixtla forma parte de un esfuerzo continuo por desmantelar redes internacionales involucradas en la explotación y el abuso, particularmente en lo que respecta a menores. Este tipo de operaciones buscan garantizar que los derechos de los niños y las familias sean protegidos, mientras se investiga a fondo las conexiones de Lev Tahor con otras organizaciones criminales.
La situación en Chiapas ha puesto a México en el centro de un debate internacional sobre la tolerancia religiosa, los derechos humanos y la lucha contra las organizaciones criminales que operan bajo el velo de creencias religiosas. Si bien la libertad religiosa está garantizada por la Constitución mexicana, las denuncias de abuso y las evidencias de delitos graves asociados con Lev Tahor han llevado a las autoridades a actuar con firmeza para garantizar que la ley se aplique de manera equitativa y sin dejar espacio para prácticas que violen los derechos fundamentales de los individuos, especialmente los más vulnerables.
Mientras tanto, los miembros de la secta, que se han refugiado en diversos países a lo largo de los años, continúan enfrentando un futuro incierto. Las protestas y los gritos de los niños recluidos en las instalaciones del INM reflejan el profundo miedo y la resistencia interna que caracteriza a Lev Tahor, una secta que ha sido señalada por expertos como una de las más peligrosas por sus prácticas autoritarias y su implicación en delitos graves.
Este operativo en Chiapas es solo una muestra más de la creciente preocupación internacional por los grupos religiosos que, bajo el pretexto de la fe, perpetúan abusos y delitos, y que siguen siendo un desafío tanto para las autoridades como para las organizaciones de derechos humanos en todo el mundo.
La captura de Alter, miembro de la controvertida secta Lev Tahor, refuerza la colaboración internacional en la lucha contra delitos tan graves como la trata de personas y los abusos a menores. Este evento pone de relieve la creciente necesidad de implementar estrategias efectivas para desmantelar redes de explotación vinculadas a grupos religiosos cerrados, que operan en condiciones de aislamiento y control absoluto sobre sus seguidores.
Lev Tahor, conocido por sus prácticas extremistas y sus estrictas normas, ha sido señalado durante años por sus vínculos con la explotación y abuso de menores. Los miembros de esta secta, principalmente en comunidades aisladas y en su mayoría en regiones de América Latina, viven bajo una estructura rígida que, según denuncias, somete a los niños a condiciones extremas de control y abuso. La intervención de las autoridades mexicanas, que han estado trabajando de cerca con otras naciones, subraya la creciente preocupación sobre la vulnerabilidad de los menores en este tipo de contextos, especialmente en comunidades controladas por grupos extremistas que operan fuera del alcance de la supervisión estatal.
El caso de Alter representa no solo un avance en la lucha contra la trata de personas, sino también una llamada de atención sobre la urgencia de fortalecer las políticas de protección a los derechos humanos, especialmente de los niños, en situaciones donde el abuso y la explotación se perpetúan bajo el velo de la religión y el aislamiento social. Estos menores, privados de una educación adecuada y de la posibilidad de acceder a servicios básicos, se convierten en víctimas de un sistema abusivo que, por mucho tiempo, ha permanecido oculto.
Las autoridades mexicanas, en colaboración con organismos internacionales, han comenzado a desmantelar las redes de explotación asociadas con Lev Tahor. La captura de Alter, quien está acusado de formar parte de este entramado, es un paso clave en la búsqueda de justicia. Con su extradición, se espera obtener nuevas pruebas que permitan esclarecer los crímenes cometidos por la secta, aportando más elementos para investigar y perseguir a los responsables a nivel global.
Además, la extradición de Alter puede abrir una ventana para esclarecer más casos relacionados con Lev Tahor en distintas partes del mundo. Dado que esta secta tiene presencia en varios países, la cooperación internacional es esencial para garantizar que todos los involucrados enfrenten la justicia. La redacción de nuevos protocolos y el reforzamiento de los sistemas de monitoreo y apoyo para niños en riesgo son imprescindibles para prevenir futuros abusos.
Este caso pone de manifiesto la importancia de la colaboración entre países en la lucha contra la explotación de menores, especialmente en contextos tan complejos como los que se presentan dentro de grupos religiosos cerrados. Las autoridades deben seguir fortaleciendo sus estrategias de protección, visibilizando la situación de los niños y adolescentes que viven en condiciones de riesgo extremo, y asegurándose de que los responsables de estos crímenes no queden impunes.
La captura de Alter, aunque sea solo un paso dentro de una lucha más amplia, constituye una victoria importante en el esfuerzo por proteger a los más vulnerables y garantizar que las prácticas de abuso y explotación no tengan cabida en ninguna comunidad, sin importar las circunstancias que las envuelvan.