Andrea Flores Mena
Educar con perspectiva de género
El feminismo es una corriente que busca igualdad de derechos entre mujeres y hombres; su importancia no solo reside en el cambio social que promueve, también en la capacidad de transformar mentalidades, estructuras y las relaciones de poder. Enseñar sobre equidad de género a las niñas, es una herramienta poderosa que permitirá quereconozcan un futuro justo y equitativo. No se trata únicamente de la lucha por los derechos de las mujeres, sino de un llamado a la igualdad para todas y todos.
Educar con perspectiva de género, implica comprender que las niñas y niños, deben crecer en un entorno donde respeten sus derechos, capacidades y aspiraciones, sin que las diferencias sean una limitante.
Sin embargo, la realidad en contextos diversos, impone estereotipos y expectativas que condicionan a las niñas al asociar roles, comportamientos, profesiones, intereses, entre otros, a lo que se considera “adecuado” para su sexo.
Al educar con perspectiva de género a toda la niñez, a cuestionar estos constructos, se les brinda la oportunidad de abrazar sus intereses y sueños sin la presión de las expectativas sociales tradicionales.
Además, educar con perspectiva de género, permite que las niñas reconozcan y rechacen las diversas formas de violencia, acoso o discriminación que pueden enfrentar.
Lo anterior, les da la certeza y confianza para defenderse y crear redes de apoyo entre ellas.
La educación con equidad no debe limitarse a enseñar logros históricos de mujeres o las luchas por sus derechos; debe incluir la importancia de la solidaridad, el respeto mutuo y la construcción de relaciones basadas en sororidad y justicia.
Al tener a las niñas en este tipo de educación, se les da oportunidad de cuestionar los sistemas patriarcales y de opresión, así como a tener certeza que existe un mundo diferente, más inclusivo y menos marcado por desigualdades estructurales. Además, este enfoque les ofrece un espacio para aprender a expresar sus emociones y opiniones sin miedo al juicio, sin ser etiquetadas de “débiles” o “excesivamente emotivas”. Al contrario, se les enseña que la vulnerabilidad es una fuerza, no una debilidad, y que el valor de una persona no se mide por su capacidad para mantenerse inmune a la vulnerabilidad, sino por su fortaleza para enfrentarse a ella.
Recientemente, después de una plática con mi hija, entendí que, más allá de los conceptos que puedan ser difíciles de explicar o de encajar en palabras, lo esencial es el mensaje de igualdad y respeto que podamos transmitirle. Ella me dijo, con una claridad que me sorprendió, que no entendía por qué algunas cosas no podían ser para todas las personas, sin importar si eran niñas o niños. Ese momento me hizo reflexionar profundamente sobre lo vital que es enseñar desde la infancia que la equidad no es un tema lejano ni complicado, sino una necesidad inmediata. Ella, con su simplicidad y pureza de pensamiento, me recordó que la lucha por la igualdad comienza con la conciencia de que todos merecemos las mismas oportunidades, sin barreras ni prejuicios. A través de este tipo de educación, estamos sembrando las semillas de un futuro justo, donde la niñez crezcan en un mundo libre de estereotipos y limitaciones, listos para ser las y los líderes que cambiarán la realidad.