Este periodo se vio marcado por el registro de seis feminicidios y el caso de Perla Alison
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
El mes de marzo de 2025 ha sido especialmente violento para las mujeres en Chiapas, al registrar tres feminicidios de los seis ocurridos en las primeras 10 semanas del año. La violencia feminicida sigue siendo un problema grave en la entidad, reflejando la persistencia de desigualdades, marginalidad y discriminación estructural contra las mujeres, incluso nueve años después de la activación de la Alerta de Violencia de Género (AVG) en la entidad.
Las cifras reflejan la magnitud de la violencia que enfrentan las mujeres. El 9 de enero, Herlinda, de 28 años, fue hallada sin vida a orillas de la carretera en Mitontic, Chiapas. El 23 de febrero, una mujer fue localizada sin vida cerca de un basurero en Huitiupán, aun sin identificar. Pero fue en marzo cuando el estado vivió su mes más violento, con tres feminicidios ocurridos en solo 10 días, sumándose a la creciente lista de víctimas.
– 3 de marzo: Concepción N. fue hallada sin vida en Tapachula, otro caso que conmocionó a la sociedad chiapaneca.
– 4 de marzo: Una mujer fue encontrada sin vida junto a la carretera de terracería en Ocosingo, sin que hasta el momento se haya logrado su identificación.
– 13 de marzo: Teresa N. fue localizada en un estado de descomposición, embolsada en Mapastepec. Su asesinato aún está bajo investigación.
El año 2025 arranca con cifras alarmantes, y las organizaciones feministas han señalado que, aunque los homicidios en general son mayores que los feminicidios, el feminicidio es una categoría específica en la que una mujer es asesinada por el simple hecho de ser mujer, generalmente por un varón. Esta realidad refleja una profunda desigualdad en la sociedad, que se manifiesta en la violencia doméstica, el acoso y la cultura de normalización de la violencia de género.
El concepto de feminicidio no es solo una cuestión de cifras, sino que refleja una cultura profundamente arraigada y normalizada de violencia simbólica y estructural contra las mujeres. El día a día está marcado por la cosificación de la mujer y por la estigmatización de sus derechos, lo que facilita el ciclo de violencia. El machismo se manifiesta en chistes, comentarios misóginos y prejuicios arraigados que de alguna forma validan estas agresiones, convirtiéndolas en un problema social mucho más complejo que las autoridades o la sociedad pueden o quieren reconocer.
El estado de Chiapas, que ha sido señalado por activistas y defensores de derechos humanos, sigue siendo uno de los lugares con mayores índices de violencia de género en el país. En este contexto, los municipios bajo alerta de violencia de género siguen siendo los mismos: Chiapa de Corzo, Comitán, Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas, Villaflores, Tapachula y Tonalá, donde la violencia sigue creciendo sin que se observe un avance significativo en la protección de las mujeres.
En los últimos años, marzo se ha caracterizado por ser un mes en el que se realizan marchas, protestas y acciones en defensa de los derechos de las mujeres, en un esfuerzo por concientizar a la sociedad y las autoridades sobre la violencia que enfrentan. Sin embargo, los datos de 2023 y 2024 revelaron un patrón preocupante, con cuatro feminicidios registrados en ambos años, convirtiendo a marzo en el mes más violento en cuanto a feminicidios. Aunque las autoridades emiten cifras y campañas de sensibilización, la realidad es que la violencia no disminuye, y las familias de las víctimas siguen sumándose al dolor y la indignación.
Una de las situaciones más recientes que ha agitado la conciencia colectiva es el caso de Perla Alison Velázquez Vázquez, una niña de nueve años, quien fue reportada como desaparecida el 13 de marzo en Mapastepec. Su caso ha generado una gran preocupación y movilización entre las autoridades y la sociedad. Tras una intensa búsqueda, el 21 de marzo, su cuerpo fue encontrado sin vida en una zona entre las comunidades de Pantaleón Victoria y San José, en un área entre Simón Bolívar y Ruiz Cortinas, según reportó el Diario del Sur. La desaparición y posterior feminicidio de Perla Alison demuestra que la violencia no solo afecta a mujeres adultas, sino que también abarca a niñas, generando un ciclo de temor que no distingue edades.
Tras la localización del cuerpo de Perla, las autoridades confirmaron que se habían realizado diligencias, con la presencia de elementos de la Policía Municipal, la Policía de Reacción Inmediata Pakal, la Policía del Pueblo y un fiscal del Ministerio Público. A pesar de los esfuerzos, el caso aún no ha sido resuelto completamente, y las autoridades no han emitido información sobre los avances en la investigación.
Es importante destacar que, en relación con este caso, cuatro personas, tres hombres y una mujer, fueron detenidas y permanecen bajo investigación por su presunta participación en el crimen. La presión social para encontrar justicia es alta, y tanto la familia de Perla como los habitantes de Mapastepec exigen que los responsables sean castigados con todo el peso de la ley.
Desde la activación de la Alerta de Violencia de Género en 2016, en Chiapas, se han implementado diversas estrategias para enfrentar este flagelo. Sin embargo, a pesar de que se han tomado medidas, los resultados siguen siendo insuficientes. Las mujeres siguen siendo víctimas de agresiones, asesinatos y desapariciones. La impunidad, la falta de investigación y la normalización de la violencia continúan siendo barreras para erradicar este tipo de violencia.
El hecho de que en 2025 se cumpla el noveno aniversario de la activación de la Alerta de Violencia de Género sin una disminución significativa en los feminicidios es una muestra clara de la necesidad urgente de replantear las políticas de seguridad y protección de las mujeres en Chiapas.
“No basta con reconocer el problema, sino que debemos pasar de las palabras a los hechos”, señalan las organizaciones feministas que luchan incansablemente por que se logren avances sustantivos en la protección de los derechos de las mujeres. La violencia contra las mujeres no es solo un problema de las autoridades, sino un problema cultural que debe ser erradicado desde sus raíces.
EL DOLOR DE JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ
José Luis Velázquez regresó a su hogar en Mapastepec, Chiapas, para dar el último adiós a su hija Perla Alison, de nueve años, quien fue asesinada tras haber permanecido secuestrada desde el 13 de marzo. La noticia de su muerte ha sacudido profundamente a la comunidad, que aún busca respuestas ante el doloroso desenlace.
José Luis, un albañil de escasos recursos, relató entre lágrimas cómo recibió la desgarradora noticia del secuestro de su hija por parte de tres personas: dos hombres y una mujer. Su esposa, quien vivía lejos, le informó por teléfono del secuestro, y desde ese momento, la angustia se apoderó de su vida. “Desde ese día no comía nada, no he comido nada hasta hoy, por el dolor que siento”, expresó con voz quebrada. El padre de Perla confesó que no contaba con el millón de pesos que los secuestradores exigían como rescate, dado que provenía de una familia humilde, sin los medios económicos para cumplir con tan exorbitante demanda.
A pesar de solicitar ayuda en diversas iglesias y comercios en Estados Unidos, José Luis no logró reunir el dinero necesario. La impotencia y desesperación lo acompañaron durante días, hasta que recibió la fatídica noticia de que su hija había sido encontrada sin vida. En ese momento, su esperanza de que Perla estuviera viva se desmoronó. “Tenía en mi corazón que estaba bien, pero no fue así”, afirmó con la voz ahogada por el dolor.
El día que su hija fue hallada sin vida, José Luis logró llegar a Chiapas gracias a la generosidad de su patrón, quien le financió el boleto de avión y otros gastos necesarios. Sin embargo, el tiempo y las circunstancias no lo acompañaron: la niña ya no estaba.
El cuerpo de Perla Alison fue encontrado el 22 de marzo, justo el día en que la niña habría cumplido 10 años, en un camino de terracería entre las comunidades Simón Bolívar y Ruiz Cortínez, en la región Costa de Chiapas. La pequeña, originaria de la ranchería Victoria, en la zona alta de Mapastepec, desapareció sin dejar rastro. La comunidad, preocupada por su repentina desaparición, comenzó a temer lo peor, puesto que no había indicios de que la niña estuviera realizando alguna actividad o mandado, simplemente dejó de estar.
La Fiscalía General del Estado de Chiapas (FGE), en conjunto con la Secretaría de Seguridad del Pueblo, detuvo a Irene “N”, Valentín “N” y Benito “N” como presuntos responsables del secuestro agravado y feminicidio de Perla Alison. Las investigaciones revelaron que la niña perdió la vida durante su cautiverio, como resultado directo del actuar de los tres sujetos detenidos. A pesar de los esfuerzos por esclarecer el caso, la comunidad sigue buscando respuestas sobre las circunstancias exactas de su muerte.
El cuerpo de la menor fue trasladado al Servicio Médico Forense para realizar los peritajes necesarios que determinen la causa exacta de su fallecimiento.
El asesinato de Perla Alison es solo uno más en un largo historial de feminicidios que ha golpeado duramente a Chiapas. Con este crimen, suman ya seis feminicidios en lo que va del año 2025 en la entidad. Según el Observatorio Feminista contra la Violencia a las Mujeres de Chiapas, en 2024 se registraron 197 muertes violentas de mujeres, de las cuales 42 fueron clasificados como feminicidios, 21 como probables feminicidios y 42 como tentativas de feminicidio.
Además, organizaciones como Melel Xojobal y el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, señalan que de enero a la fecha se han emitido 83 fichas de búsqueda por la desaparición de niños, niñas y adolescentes en el estado. De esta cifra, el 33 por ciento sigue sin ser localizado, lo que refleja la magnitud de la crisis de desapariciones en Chiapas.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, Chiapas es uno de los estados más afectados por la desaparición forzada, contabilizando más de mil 500 personas desaparecidas, de las cuales mil 152 son hombres y el resto mujeres.
Tras el hallazgo del cuerpo de Perla, los habitantes de Mapastepec y de otras zonas cercanas han levantado la voz para exigir justicia. La noticia de su secuestro y feminicidio ha conmocionado a la comunidad, que teme que el crimen quede impune. Además, los pobladores exigen que se investigue si la niña fue víctima de abuso sexual, dado que hasta el momento este aspecto sigue siendo incierto.
El caso de Perla Alison no es un hecho aislado. Las autoridades y organizaciones sociales han señalado que la violencia contra las mujeres y los niños en Chiapas sigue siendo un problema grave y creciente. A pesar de los esfuerzos de la Fiscalía General del Estado, la impunidad persiste, y las comunidades siguen padeciendo la inseguridad y el miedo.
Los feminicidios en Chiapas, como el de Perla, son un recordatorio desgarrador de las profundas desigualdades y violencias estructurales que afectan a las mujeres y niñas en la región. A medida que la familia de Perla Alison intenta sobreponerse a la tragedia, su historia se convierte en un símbolo de lucha y resistencia ante un sistema que sigue sin dar respuestas claras ante el sufrimiento de las víctimas.
José Luis Velázquez, como muchos otros padres en Chiapas, enfrenta el dolor de perder a su hija en circunstancias tan atroces, mientras la sociedad exige justicia. La tragedia de Perla Alison no puede quedar impune, y su caso debe ser un llamado a la acción para frenar la violencia en el estado. Mientras tanto, la comunidad de Mapastepec se une en dolor y en demanda de justicia, para que nunca más una niña como Perla tenga que sufrir un destino tan cruel.
El caso de Perla Alison es una clara muestra de la violencia estructural que afecta a Chiapas, y la exigencia de justicia por su muerte es solo un capítulo más de una lucha más grande por la seguridad, la protección y el respeto a los derechos humanos de todas las personas, en especial de las mujeres y los niños, que siguen siendo las principales víctimas de la violencia en la entidad.
Las mujeres de Chiapas siguen luchando por su derecho a vivir libres de violencia. La lucha continúa, y las voces de las víctimas y sus familias seguirán exigiendo justicia hasta que no haya más nombres que sumar a la lista de víctimas de feminicidio.