Casi seis de cada 10 trabajadores no ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
En medio de los esfuerzos gubernamentales orientados a impulsar el desarrollo económico y social en el sureste mexicano, las entidades de Chiapas, Oaxaca y Guerrero continúan enfrentando una preocupante realidad, siguen siendo los estados con mayores índices de pobreza laboral en el país. Esta situación refleja los retos estructurales y persistentes que afectan a estas regiones, a pesar de las múltiples políticas públicas implementadas para combatir la desigualdad.
Durante el primer trimestre del año 2025, el panorama nacional mostró una ligera mejora en cuanto a la pobreza laboral, con un 33.9 por ciento de los trabajadores ubicados en esta condición, según datos recabados por la organización México, ¿Cómo vamos? Esta cifra representa a aquellos empleados, tanto formales como informales, cuyos ingresos no son suficientes para cubrir el costo de la canasta básica de consumo, compuesta por alimentos, vivienda, transporte, salud y educación.
Sin embargo, esta mejora general oculta marcadas disparidades regionales. El sureste mexicano se distingue, lamentablemente, como la zona con mayor concentración de trabajadores en pobreza laboral, reflejando la desigualdad estructural que caracteriza a estas entidades.
CHIAPAS, LA ENTIDAD CON MAYOR POBREZA LABORAL
El estado de Chiapas lidera esta lista con un alarmante 59.2 por ciento de su fuerza laboral viviendo en condiciones de pobreza laboral. Esto significa que casi seis de cada 10 trabajadores chiapanecos no ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas, una cifra que duplica con creces el promedio nacional.
Este fenómeno tiene raíces profundas en factores históricos, sociales y económicos. Chiapas, una de las regiones con mayor población indígena en México, ha enfrentado desde hace décadas limitaciones en infraestructura, educación y acceso a servicios, lo que ha dificultado el desarrollo de oportunidades laborales dignas.
Además, la alta incidencia del empleo informal en la entidad contribuye a esta precariedad. La informalidad implica no solo bajos salarios, sino también la ausencia de prestaciones y protección social, lo que agrava la vulnerabilidad de las familias chiapanecas.
OAXACA Y GUERRERO, SEGUIMIENTOS CERCANOS EN LA POBREZA LABORAL
Oaxaca y Guerrero, que junto con Chiapas forman parte de la región conocida como “el triángulo del sureste”, también presentan índices preocupantes. Oaxaca registra un porcentaje de pobreza laboral cercano al 56 por ciento, mientras que Guerrero se sitúa poco por debajo de este, con alrededor del 54 por ciento.
Estas cifras reflejan problemáticas similares a las de Chiapas, aunque con matices propios. En Oaxaca, la dispersión geográfica y la predominancia de comunidades indígenas dificultan la llegada de servicios y oportunidades económicas. En Guerrero, la violencia y la inseguridad, así como la falta de inversiones en infraestructura, complican aún más el panorama laboral.
Ambos estados, además, mantienen altas tasas de informalidad laboral, lo que limita la capacidad de sus trabajadores para acceder a mejores condiciones económicas y sociales.
Aunque el enfoque principal está en el sureste, el Semáforo Estatal de Pobreza Laboral de México, ¿Cómo vamos? también señala a Veracruz y Zacatecas como estados con altos niveles de pobreza laboral. Veracruz, con una economía ligada históricamente al sector agroindustrial y portuario, presenta un 44.3 por ciento de trabajadores en pobreza laboral, mientras que Zacatecas, con un perfil económico más enfocado en la minería y agricultura, tiene un 42.7 por ciento.
Estas cifras reflejan que la pobreza laboral no es exclusiva del sureste, sino que también afecta a estados con diferentes características económicas y sociales, aunque el sureste sigue siendo la zona más crítica.
CONTRASTES REGIONALES: BAJA CALIFORNIA SUR Y LA BAJA POBREZA LABORAL
En contraste, Baja California Sur se destaca como la entidad con menor porcentaje de pobreza laboral en el país, con apenas un 12.8 por ciento. Esta diferencia notable se explica por una economía basada en sectores como el turismo y servicios, que generan empleos mejor remunerados y formales, además de contar con una menor población y mejor infraestructura.
Este contraste pone de relieve las brechas regionales en México y subraya la necesidad de políticas específicas y diferenciadas para atender las condiciones particulares de cada entidad.
Cabe señalar que esta medición originalmente correspondía al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), institución dedicada a la evaluación y seguimiento de la pobreza en México. Sin embargo, en fechas recientes, este consejo fue disuelto y sus facultades transferidas al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Pese a estos cambios institucionales, la organización México, ¿Cómo vamos? ha continuado con el seguimiento puntual del Semáforo Estatal de Pobreza Laboral, proporcionando datos clave para el análisis y diseño de políticas públicas.
La persistencia de la pobreza laboral en Chiapas, Oaxaca y Guerrero exige un análisis profundo y acciones contundentes. El desarrollo económico de estas entidades debe partir de una visión integral que incluya la inversión en infraestructura, la mejora en la educación y capacitación laboral, la formalización del empleo y la atención a las necesidades de la población indígena.
Asimismo, se requiere fortalecer los mecanismos de protección social y ampliar el acceso a servicios básicos, elementos fundamentales para mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza.
La desigualdad regional en México es un desafío estructural que exige no solo recursos, sino también un compromiso sostenido y coordinado entre los distintos niveles de Gobierno, el sector privado y la sociedad civil.
En Chiapas, María Hernández, madre soltera y trabajadora informal en el mercado local, comparte su realidad: “Trabajo muchas horas al día vendiendo tortillas, pero apenas gano para la comida de mis hijos. No puedo pagar escuela ni servicios médicos cuando se enferman. Es difícil salir adelante así”.
Historias como la de María reflejan el rostro humano de la pobreza laboral, que no solo afecta cifras o estadísticas, sino vidas concretas y proyectos truncados.
Chiapas, uno de los estados más empobrecidos de México, enfrenta una crisis laboral que trasciende los ciclos económicos y las políticas públicas. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), al cierre del cuarto trimestre de 2024, el 62.2 por ciento de la población chiapaneca se encontraba en situación de pobreza laboral, es decir, no podía adquirir la canasta alimentaria básica con sus ingresos laborales. Este porcentaje coloca a Chiapas como el estado con la mayor pobreza laboral del país, muy por encima del promedio nacional de 35.4 por ciento .
La pobreza laboral en Chiapas no es un fenómeno reciente, sino una condición estructural que se ha mantenido a lo largo de los años. A pesar de algunos avances en indicadores como el ingreso laboral real, que mostró un aumento del 5.6 por ciento entre el cuarto trimestre de 2023 y el mismo periodo de 2024, la mejora ha sido insuficiente para revertir la situación. Además, la inflación y el aumento en el costo de la canasta básica han erosionado el poder adquisitivo de los trabajadores, perpetuando la pobreza laboral.
La estructura económica del estado, caracterizada por una alta informalidad laboral y una escasa generación de empleos formales y bien remunerados, contribuye a esta problemática. En zonas rurales, donde la mayoría de la población depende de actividades informales, el ingreso laboral real promedio es significativamente inferior al de las zonas urbanas, lo que agrava la desigualdad económica.
La pobreza laboral en Chiapas también está marcada por una profunda desigualdad de género. Las mujeres enfrentan mayores barreras para acceder a empleos formales y bien remunerados, especialmente en las zonas indígenas y rurales del estado. Además, las mujeres que logran acceder al mercado laboral perciben ingresos significativamente más bajos que los hombres, lo que perpetúa su situación de pobreza laboral.
La crisis laboral en Chiapas también se ve reflejada en el aumento de la migración y el desplazamiento forzado. Miles de personas, en su mayoría provenientes de Centroamérica, atraviesan el estado en su intento por llegar a Estados Unidos, buscando mejores condiciones de vida. Sin embargo, muchos de ellos se enfrentan a condiciones de vulnerabilidad extrema, siendo víctimas de violencia y explotación laboral.
La pobreza laboral en el estado es una manifestación de problemas estructurales que requieren soluciones integrales. Es fundamental implementar políticas públicas que fomenten la creación de empleos formales y bien remunerados, especialmente en las zonas rurales e indígenas del estado. Además, es necesario abordar la desigualdad de género en el acceso al empleo y garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres. Solo a través de un cambio estructural en la economía y el mercado laboral se podrá reducir la pobreza laboral y mejorar las condiciones de vida de la población chiapaneca.
El futuro de millones de mexicanos en estas regiones depende de la capacidad del país para impulsar un desarrollo justo, inclusivo y sostenible, que garantice condiciones dignas de trabajo y bienestar para todos.
Mientras que México avanza hacia la reducción de la pobreza laboral a nivel nacional, la situación en el sureste muestra que el camino es aún largo y complejo. Chiapas, Oaxaca y Guerrero continúan siendo los estados más afectados, evidenciando que las políticas públicas deben adaptarse a las realidades locales para ser efectivas.