Se experimenta un aumento significativo en temperaturas que pueden alcanzar hasta 40 grados centígrados
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Hoy jueves inicia la canícula, la cual marca un periodo crítico en el que las temperaturas en Tuxtla Gutiérrez se disparan, generando un clima extremo que afecta tanto a la población como a las actividades agrícolas. Este fenómeno, que se extiende generalmente entre mediados de julio y finales de agosto, trae consigo una sensación térmica que puede superar los 40 grados centígrados, generando una serie de desafíos para los chiapanecos.
Desde la llegada de la canícula, los habitantes de Tuxtla Gutiérrez han comenzado a sentir el impacto de las altas temperaturas. Las calles se vacían durante las horas pico del calor, y las familias buscan refugio en sus hogares, donde los ventiladores y aires acondicionados se convierten en aliados esenciales. “El calor es abrumador, especialmente en las tardes. A veces es difícil salir a hacer las compras o realizar actividades al aire libre”, comentó Karla, una residente que ha tenido que modificar su rutina diaria para adaptarse al clima.
Los efectos de la canícula no se limitan al bienestar cotidiano de la población. La agricultura, un pilar fundamental de la economía chiapaneca, también se ve afectada. Los cultivos de maíz, frijol y café, que son esenciales para la alimentación y la economía local, enfrentan riesgos debido a la falta de lluvias y el aumento de temperaturas. Los agricultores se ven obligados a implementar técnicas de riego y a buscar variedades de cultivos más resistentes a la sequía, lo que representa un reto para muchos.
“El clima ha cambiado. Antes, la lluvia era más predecible, pero ahora debemos aprender a adaptarnos y buscar nuevas formas de cultivar”, explicó Manuel, un agricultor de la región. La adaptación se ha convertido en una necesidad, puesto que las temporadas de sequía y calor extremo amenazan la seguridad alimentaria y los ingresos de las familias campesinas.
La canícula también tiene repercusiones en la vida social y cultural de Tuxtla Gutiérrez. Las festividades tradicionales, que suelen incluir actividades al aire libre, se ven modificadas por las altas temperaturas. Las ferias y celebraciones, que atraen a miles de visitantes, deben adaptarse a las condiciones climáticas, comenzando en horas más frescas del día o modificando su duración. “Hemos tenido que cambiar los horarios de algunos eventos para que la gente pueda disfrutar sin el estrés del calor”, señala una organizadora de eventos locales.
Además, las costumbres y tradiciones relacionadas con la alimentación también se ven alteradas. Con el calor, los platillos típicos tienden a ser más ligeros y refrescantes. Las bebidas frías, como el agua de tamarindo y limonadas, se convierten en opciones populares para combatir el calor. “La gente busca refrescarse, así que vendemos más bebidas frías que platillos calientes durante esta temporada”, menciona una vendedora de la plaza central de Tuxtla.
A pesar de los desafíos que presenta la canícula, los habitantes de Tuxtla Gutiérrez han aprendido a encontrar formas de sobrellevar el calor. Los espacios públicos, como parques y plazas, se transforman en puntos de encuentro durante las horas más frescas, creando un ambiente comunitario donde las familias se reúnen y comparten. “Es un momento para estar juntos, a pesar del calor. La comunidad se une y eso es lo que importa”, expresó Rosa, una madre de familia.
A medida que la canícula avanza, es crucial que tanto la población como las autoridades tomen medidas para mitigar sus efectos.
El inicio de la canícula en Tuxtla Gutiérrez no solo es un recordatorio del poder de la naturaleza, sino también de la resiliencia de los ciudadanos que, a pesar de las adversidades, sigue adelante, buscando nuevas maneras de adaptarse y prosperar en un entorno cambiante.