El período cerró sin rezagos graves gracias a tareas en casa, jornadas intensivas y coordinación entre comunidad y docentes
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
El ciclo escolar 2023–2024 en Chiapas concluyó sin sobresaltos en términos administrativos, a pesar de los 24 días de paro laboral convocado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el rezago acumulado por la violencia en la zona Sierra. La imagen de una educación fracturada por conflictos sindicales o problemas de seguridad no logró imponerse este año; en su lugar, se consolidó una operación mixta entre esfuerzo comunitario y resiliencia institucional.
Aunque más de tres mil 300 escuelas suspendieron clases durante el paro, o sea, el 18.24 por ciento de las existentes en el estado, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el subsecretario Gilberto de los Santos aseguró que el sector estatal mantuvo sus actividades en más del 95 por ciento de los planteles. Esta diferencia entre el sistema federalizado y el estatal permitió que la mayoría de los alumnos continuaran con su formación, aun cuando los docentes de la Sección 7 protestaban en la capital del país.
En paralelo, la entidad enfrentó uno de los mayores retos de los últimos años, la recuperación educativa en regiones afectadas por la inseguridad. En municipios como Motozintla y Siltepec, la deserción escolar alcanzó picos críticos durante los años más duros de violencia. No obstante, en los últimos seis meses, Gobierno estatal reportó una reducción del 50 por ciento en esa deserción, un dato que contrasta con la media nacional, donde la SEP estima una reincorporación del 32 por ciento en zonas vulnerables.
Las estrategias adoptadas por padres y docentes para evitar rezagos han sido clave. Desde tareas en casa hasta jornadas intensivas tras el paro, la comunidad escolar ha buscado amortiguar el impacto. Según la Encuesta Nacional de Hogares, en la región el 36 por ciento de las familias considera cambiar a sus hijos a escuelas privadas ante la recurrencia de los paros, un fenómeno que empieza a visibilizar brechas educativas por nivel socioeconómico.
El ciclo cierra, sí, pero las tensiones permanecen latentes. Algunos padres ya contemplan opciones alternativas para no exponer a sus hijos a interrupciones futuras. La comara logra sortear, por ahora, los efectos de una protesta prolongada, pero lo hace con una advertencia implícita, sin reformas de fondo y canales efectivos de negociación, el próximo ciclo podría no tener el mismo desenlace.
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Gilberto de los Santos aseguró que el sector mantuvo actividades en más del 95 por ciento de planteles
El período cerró sin rezagos graves gracias a tareas en casa, jornadas intensivas y coordinación entre comunidad y docentes
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
El ciclo escolar 2023–2024 en Chiapas concluyó sin sobresaltos en términos administrativos, a pesar de los 24 días de paro laboral convocado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el rezago acumulado por la violencia en la zona Sierra. La imagen de una educación fracturada por conflictos sindicales o problemas de seguridad no logró imponerse este año; en su lugar, se consolidó una operación mixta entre esfuerzo comunitario y resiliencia institucional.
Aunque más de tres mil 300 escuelas suspendieron clases durante el paro, o sea, el 18.24 por ciento de las existentes en el estado, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el subsecretario Gilberto de los Santos aseguró que el sector estatal mantuvo sus actividades en más del 95 por ciento de los planteles. Esta diferencia entre el sistema federalizado y el estatal permitió que la mayoría de los alumnos continuaran con su formación, aun cuando los docentes de la Sección 7 protestaban en la capital del país.
En paralelo, la entidad enfrentó uno de los mayores retos de los últimos años, la recuperación educativa en regiones afectadas por la inseguridad. En municipios como Motozintla y Siltepec, la deserción escolar alcanzó picos críticos durante los años más duros de violencia. No obstante, en los últimos seis meses, Gobierno estatal reportó una reducción del 50 por ciento en esa deserción, un dato que contrasta con la media nacional, donde la SEP estima una reincorporación del 32 por ciento en zonas vulnerables.
Las estrategias adoptadas por padres y docentes para evitar rezagos han sido clave. Desde tareas en casa hasta jornadas intensivas tras el paro, la comunidad escolar ha buscado amortiguar el impacto. Según la Encuesta Nacional de Hogares, en la región el 36 por ciento de las familias considera cambiar a sus hijos a escuelas privadas ante la recurrencia de los paros, un fenómeno que empieza a visibilizar brechas educativas por nivel socioeconómico.
El ciclo cierra, sí, pero las tensiones permanecen latentes. Algunos padres ya contemplan opciones alternativas para no exponer a sus hijos a interrupciones futuras. La comara logra sortear, por ahora, los efectos de una protesta prolongada, pero lo hace con una advertencia implícita, sin reformas de fondo y canales efectivos de negociación, el próximo ciclo podría no tener el mismo desenlace.