Manuel Velázquez
Para que los bienes y servicios culturales lleguen a la mayoría de la población, es fundamental redefinir nuestras ideas sobre la cultura. La cultura es un sector significativo no solo por su valor intrínseco, sino también por su impacto económico. Está presente en muchas partes de la cadena productiva y económica, tanto a nivel estatal como local. Esto requiere una redefinición de las políticas culturales públicas y una mayor consideración de las necesidades y perspectivas de las comunidades y los artistas.
Es necesario darle un tratamiento específico a la cultura, mediante la construcción de una política cultural integral que fomente la creatividad y la innovación. Esta política debe incluir una política fiscal especial que incentive la inversión en cultura, así como la capacitación y formación de los agentes culturales para que puedan desarrollar sus habilidades y competencias.
Además, es crucial que los creadores y gestores culturales tengan acceso a los recursos necesarios para prosperar. Esto incluye no solo becas o subsidios, sino también seguridad social, infraestructura, capacitación, canales comerciales y oportunidades para generar ingresos. Los creadores y gestores culturales deben ser capaces de generar sus propios recursos, ser autosuficientes y reconocerse como empresario-creadores.
En este sentido, el Estado juega un papel fundamental en la creación de un entorno favorable para la cultura. Debe generar los canales legales e institucionales necesarios para que los creadores y gestores culturales puedan desarrollar su trabajo de manera efectiva y sostenible. Solo así podremos garantizar que la cultura sea un motor económico y social para el desarrollo de nuestra sociedad.
¿Qué hacer entonces? Es importante revisar las estrategias existentes de los gobiernos estatales y municipales, planear nuevas estrategias para enfrentar el futuro y determinar la relevancia e impacto de establecer acuerdos de colaboración que ayuden a mejorar las condiciones de la comunidad y la cultura. Crear un marco legal específico para la obtención de recursos económicos, en especie, técnicos y humanos para el desarrollo de proyectos culturales.
Se requieren leyes apropiadas, que permitan generar las alianzas con el mayor beneficio y certeza jurídica para todos: creadores, gestores, iniciativa privada, organizaciones civiles e instituciones públicas. Por otro lado, es necesario, ver la cultura como una política transversal, enfocar la política cultural del estado y municipal a una sola institución cultural no basta. La cultura debe estar (como la salud, el cuidado al medio ambiente, el respeto a los derechos humanos, la equidad de género, la inclusión) en toda acción de Gobierno. Se requiere por lo menos la actuación de las dependencias competentes en materia ambiental, de educación, salud, fiscal, financiera, económica, de turismo, desarrollo social, seguridad (por mencionar solo algunas), para que la cultura alcance su pleno desarrollo y llegue a la mayoría de la población.
La relevancia económica del sector cultural es significativa, ya que genera empleos, impulsa el turismo y fomenta la innovación. Crear empresas culturales y formar emprendedores en este ámbito puede impulsar la diversidad y la creatividad, contribuyendo al crecimiento económico y social. Estimular el mercado cultural puede generar oportunidades para artistas y creadores, promoviendo la riqueza cultural y el desarrollo sostenible. Cuando hablamos de desarrollo, nos referimos a un proceso integral que abarca aspectos económicos, sociales y culturales, mejorando la calidad de vida de las comunidades.
El desarrollo, en este contexto, se entiende como un proceso integral que abarca aspectos económicos, sociales y culturales. Se busca mejorar la calidad de vida de las comunidades, preservando y promoviendo su patrimonio cultural.