A pesar de ser prevenible y tratable, la enfermedad se propaga con rapidez por mala cobertura médica y retraso en diagnósticos
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
El primer lugar nacional en casos de giardiasis no llegó a Chiapas por azar, sino como consecuencia directa de una crisis, la falta de acceso al agua limpia. Hasta julio de 2025, se han confirmado 389 contagios, más que en cualquier otra entidad del país, según datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SINAVE). Esta enfermedad, causada por un parásito intestinal, se propaga con facilidad donde el agua segura escasea y el saneamiento es precario.
En el estado, esa combinación es común. Según el Censo de Población y Vivienda 2020, el 33 por ciento de los hogares rurales carece de agua entubada, y más del 40 por ciento no tiene acceso a servicios de drenaje adecuados. Esos números no son solo cifras; son condiciones de vida que permiten que una infección como la giardiasis avance sin freno, en especial en comunidades indígenas donde el Estado apenas llega. El brote reciente confirmó que el acceso al agua potable sigue siendo un privilegio, no un derecho garantizado.
La enfermedad afecta a más mujeres que hombres, lo cual puede deberse a su rol más cercano con el cuidado del hogar y el manejo del agua. Y aunque la giardiasis es tratable, su repetición provoca daños duraderos, sobre todo en la infancia. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) estima que el 59 por ciento de los menores en la entidad viven en pobreza, lo que agrava la vulnerabilidad frente a infecciones intestinales recurrentes que comprometen su nutrición y crecimiento.
Pero además del agua, la otra gran ausencia es la atención médica. La comarca tiene una tasa de 0.7 médicos por cada mil habitantes, una de las más bajas del país, según el Observatorio Mexicano de Enfermedades Infecciosas. En muchos casos, los pacientes no llegan a los centros de salud o son mal diagnosticados. El tiempo entre los primeros síntomas y el tratamiento adecuado puede ser de semanas, lo que multiplica los contagios y complica los cuadros clínicos.
La alta incidencia de giardiasis no es solo una emergencia sanitaria, es un espejo que refleja la desigualdad territorial en México. Mientras en algunas ciudades del país se debaten mejoras tecnológicas en sistemas de salud, en regiones del estado se lucha aún por tener agua limpia en casa. La giardiasis ha puesto nombre y rostro a un problema estructural, y si no se atiende desde la raíz, el brote de este año no será el último, solo el más reciente.