Mientras el uso crece en México, la entidad mantiene una incidencia baja
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Chiapas se posiciona como una de las entidades con menor consumo de cannabis en México, al registrar apenas un 0.8 por ciento de usuarios según el estudio más reciente de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (CONASAMA). Este bajo porcentaje contrasta con la tendencia nacional, donde el consumo ha ido en aumento y se diversifican las formas de ingesta. Esta diferencia plantea interrogantes sobre factores culturales, sociales y económicos que influyen en el consumo regional.
El estudio reveló que, a nivel nacional, el 7.2 por ciento de la población adulta ha probado cannabis alguna vez, con un aumento significativo en los últimos cinco años. Sin embargo, la entidad permanece por debajo de ese promedio, lo que podría atribuirse a características demográficas, así como a la prevalencia de tradiciones y normativas locales más restrictivas. Las políticas públicas deben considerar estas particularidades para diseñar programas efectivos.
A pesar del bajo consumo, la falta de datos detallados sobre patrones y motivaciones en la comarca limita la capacidad de prevención y atención. Por ejemplo, en otros estados, el 40 por ciento de los usuarios reporta uso recreativo y el 25 por ciento con fines terapéuticos, mientras que en el estado no existen estudios específicos que profundicen en estas categorías. Esta carencia obliga a reforzar las encuestas estatales para obtener una imagen más precisa.
La presencia casi marginal de usuarios en el territorio también plantea un desafío en materia de salud pública, cómo anticipar un posible aumento ante la creciente aceptación social del cannabis a nivel nacional y global. Según la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, el 60 por ciento de los jóvenes mexicanos considera que el riesgo de consumir cannabis es bajo, una percepción que podría cambiar y afectar incluso a regiones con consumo histórico bajo.
Por último, el fortalecimiento de los sistemas de información y la capacitación de los profesionales de salud estatl son elementos clave para mantener controlado el fenómeno y prevenir daños asociados. Con un 85 por ciento de la población viviendo en zonas rurales, donde la cobertura médica es limitada, es vital implementar estrategias comunitarias que consideren las realidades culturales y sociales de la región.