La violencia contra mujeres ha encontrado terreno fértil en Mitontic, donde la impunidad
sigue siendo la norma
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
Mitontic, un municipio tsotsil ubicado al norte de San Cristóbal de Las Casas en la región
de Los Altos de Chiapas, se enfrenta a un acontecimiento sin precedentes: el hallazgo del
cuerpo sin vida de una mujer, convirtiéndose en el primer caso documentado de este tipo
en la comunidad. El hecho pone en evidencia el alarmante incremento de la violencia
contra las mujeres en zonas indígenas, fenómeno que ha sido señalado por activistas
locales desde 2024.
De acuerdo con información preliminar, elementos de la policía tradicional de Mitontic
localizaron el cuerpo de una mujer entre la maleza, en las inmediaciones de un paraje
cercano a la cabecera municipal. La víctima, cuya identidad aún se desconoce, tendría
aproximadamente 28 años. Las primeras hipótesis apuntan a que fue asesinada en otro
lugar y su cuerpo abandonado en el sitio del hallazgo.
Peritos de la Fiscalía de Justicia Indígena acudieron al lugar para realizar las diligencias
correspondientes, trasladando el cuerpo al Servicio Médico Forense (Semefo) en San
Cristóbal de Las Casas, donde se practicará la necropsia de ley. Las autoridades esperan
que los resultados forenses permitan determinar la causa de la muerte y la identidad de la
víctima, mientras que las líneas de investigación buscan esclarecer si se trató de un
feminicidio, como sugieren los indicios iniciales.
Este trágico caso ocurre en un contexto de creciente violencia de género en la región de
Los Altos de Chiapas, una de las zonas más empobrecidas y marginadas del estado. Desde
2024, organizaciones de derechos humanos y activistas han alertado sobre el aumento de
feminicidios y agresiones contra mujeres indígenas, fenómenos que anteriormente eran
invisibilizados debido al arraigado silencio social y la desconfianza hacia las instituciones
de justicia.
Mitontic, como otros municipios indígenas de Chiapas, enfrenta múltiples desafíos
estructurales: altos índices de pobreza, falta de acceso a servicios básicos, limitada
presencia de las autoridades estatales y una cultura patriarcal que perpetúa la
desigualdad de género. La violencia contra las mujeres ha encontrado terreno fértil en
esta región, donde la impunidad sigue siendo la norma.
La noticia ha conmocionado a los habitantes de Mitontic, quienes han expresado su
indignación ante la falta de seguridad en su comunidad. Representantes de la población
exigen a las autoridades municipales y estatales una investigación exhaustiva que permita
detener a los responsables y evitar que este tipo de crímenes se repitan.
“Queremos justicia para esta mujer y para todas las que han sufrido violencia en nuestras
comunidades. No podemos seguir viviendo con miedo”, declaró uno de los líderes
comunitarios durante una asamblea local realizada tras el hallazgo.
Sin embargo, la respuesta gubernamental ha sido limitada hasta el momento. Aunque la
Fiscalía de Justicia Indígena ha iniciado las investigaciones, organizaciones feministas
critican la falta de acciones preventivas y la ausencia de políticas públicas efectivas para
proteger a las mujeres indígenas en el estado.
El caso de Mitontic se suma a una serie de feminicidios registrados en comunidades
indígenas de la región en los últimos años. Según datos recopilados por organizaciones
como el Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas (CDMCh), los feminicidios en regiones
indígenas han aumentado exponencialmente, pasando de ser casos aislados a formar
parte de un patrón de violencia sistemática.
Entre los factores que contribuyen a este fenómeno destacan:
- La falta de acceso a la justicia, que disuade a las víctimas y sus familias de denunciar.
- La escasez de programas de prevención y atención a la violencia de género.
- Las dinámicas de desplazamiento forzado, conflictos territoriales y presencia de grupos
armados en la región, que exacerban la vulnerabilidad de las mujeres.
Para las organizaciones de derechos humanos, el caso de Mitontic debe ser un llamado de
atención urgente para las autoridades. “Es imperativo que el Gobierno del estado asuma
su responsabilidad y garantice justicia para esta mujer. No podemos seguir permitiendo
que las mujeres indígenas sean asesinadas sin que nadie rinda cuentas”, afirmó una
representante del CDMCh.
Pese a la gravedad de los hechos, la violencia de género en comunidades indígenas suele
quedar relegada en la agenda mediática nacional. La combinación de factores como el
racismo estructural, la pobreza extrema y el aislamiento geográfico contribuyen a que los
crímenes contra mujeres indígenas no reciban la atención que merecen.
En este contexto, activistas y colectivos feministas demandan no solo justicia para la
víctima de Mitontic, sino también un cambio estructural que permita erradicar la violencia
de género en las comunidades indígenas de Chiapas. Esto incluye la implementación de
políticas integrales que consideren las particularidades culturales y sociales de estas
regiones, así como el fortalecimiento de los sistemas de justicia comunitaria en
colaboración con las autoridades estatales.
El feminicidio de esta mujer en Mitontic representa una dolorosa alerta sobre la
vulnerabilidad de las mujeres indígenas en la localidad. La comunidad, activistas y
organizaciones exigen justicia para la víctima y medidas concretas para prevenir futuros
casos.
Si bien el Gobierno estatal ha manifestado su compromiso con la igualdad de género, los
hechos demuestran que aún queda un largo camino por recorrer para garantizar la
seguridad y los derechos de las mujeres en las comunidades indígenas. Este caso es un
recordatorio de que la violencia de género no conoce fronteras, y que su erradicación
debe ser una prioridad en todos los rincones de México.
En los primeros 11 meses de 2024, México registró 733 carpetas de investigación por el
probable delito de feminicidio, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Esta cifra evidencia la persistencia de una
violencia estructural que afecta a las mujeres en todo el país, ubicando a Chiapas como la
novena entidad con mayor número de feminicidios al contabilizar 28 casos en el periodo
señalado.
El Estado de México lidera, nuevamente, la lista de las entidades más peligrosas para las
mujeres, con 66 víctimas de feminicidio, seguido por Nuevo León (59), Ciudad de México
(56), Veracruz (51), Morelos (48), Chihuahua (43), Puebla (41) y Baja California (29).
Aunque Chiapas ocupa el noveno lugar en términos absolutos, en el análisis por cada 100
mil habitantes se ubica por debajo del promedio nacional de 1.08, con una tasa de 0.91.
Sin embargo, Morelos destaca como la entidad con la mayor tasa de feminicidios,
alcanzando 4.55 casos, seguido de Chihuahua (2.15) y Tlaxcala (2.03).
Estos datos colocan a Chiapas en una situación ambivalente: aunque su tasa es
relativamente baja, el aumento de casos en términos absolutos sigue generando
preocupación entre colectivos feministas y organizaciones civiles.
Los Altos de Chiapas y la frontera con Guatemala son dos de las regiones donde más se ha
denunciado violencia de género, advierten colectivos feministas como Siempre Vivas y
Red de Mujeres Chiapanecas. Estas organizaciones subrayan que el incremento de
feminicidios coincide con el recrudecimiento de la violencia en estas zonas, marcadas por
la disputa territorial de grupos criminales que buscan controlar actividades ilícitas como el
narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de migrantes.
“En las comunidades de Los Altos, las mujeres enfrentan una doble vulnerabilidad: por un
lado, la violencia patriarcal que persiste en sus hogares y comunidades, y por otro, la
inseguridad que generan los grupos armados”, señala Lorena Gutiérrez, representante de
un colectivo en San Cristóbal de Las Casas.
En la frontera sur, donde convergen el flujo migratorio y las pugnas entre organizaciones
delictivas, la violencia de género también ha escalado. Colectivos como Mujeres de la
Frontera han denunciado casos de desapariciones y agresiones sexuales que muchas
veces terminan en feminicidios.
Uno de los mayores retos en la lucha contra el feminicidio en Chiapas y el resto del país es
la impunidad. Según las cifras del SESNSP, solo una fracción de los casos se resuelven con
una sentencia condenatoria, dejando a cientos de familias sin justicia.
“La mayoría de las investigaciones no avanzan debido a la falta de perspectiva de género
en las instituciones y a la corrupción en el sistema judicial. Esto genera un mensaje de
permisividad hacia los agresores”, explica Gutiérrez.
Además, los recursos y protocolos para atender la violencia de género son insuficientes en
Chiapas, un estado caracterizado por su alta dispersión poblacional y desigualdad
socioeconómica. Muchas comunidades rurales carecen de acceso a servicios de
emergencia, refugios para mujeres en situación de violencia o apoyo psicológico para las
víctimas y sus familias.
EXIGEN ACCIONES URGENTES
Ante este panorama, colectivos feministas han demandado acciones contundentes al
Gobierno estatal y federal. Entre sus peticiones destacan:
- Fortalecimiento de las Unidades de Atención a la Violencia de Género: con personal
capacitado y recursos suficientes. - Declaración de Alerta de Violencia de Género (AVG) en nuevas regiones: especialmente
en Los Altos y la frontera sur. - Investigaciones integrales: con perspectiva de género para garantizar justicia a las
víctimas. - Campañas de prevención y educación: para erradicar las prácticas machistas que
normalizan la violencia contra las mujeres.
Los 733 feminicidios registrados de enero a noviembre de 2024 son un recordatorio de la
crisis que vive México en materia de derechos humanos y seguridad para las mujeres.
Chiapas, pese a no liderar las cifras, refleja una realidad alarmante donde las mujeres son
víctimas de un sistema que no garantiza su seguridad ni acceso a la justicia.
Mientras las autoridades no asuman su responsabilidad para erradicar la violencia de
género, colectivos y organizaciones seguirán alzando la voz, exigiendo justicia para las
víctimas y políticas públicas efectivas para transformar esta preocupante realidad.