Actualmente, solo cinco pipas están operando de un total cercano a 30
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
FOTOS: ALEJANDRO LÓPEZ
Decenas de pipas se encuentran detenidas en la Terminal de Almacenamiento y Despacho (TAD) de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Puerto Chiapas desde hace varios días, debido a la falta de pago a proveedores y arrendatarios de autotanques. Esta paralización ha provocado un severo desabasto de gasolina en municipios clave de la frontera con Guatemala y la costa de Chiapas, afectando a miles de familias, comerciantes y servicios públicos.
Paralelamente, trabajadores jubilados y pensionados bloquearon los accesos a la terminal en protesta por la falta de atención médica derivada también del impago a prestadores de servicios de salud, agudizando la crisis y evidenciando la fragilidad de la infraestructura y gestión de Pemex en la región.
TERMINAL DE PUERTO CHIAPAS: EPICENTRO DE LA CRISIS
La Terminal de Almacenamiento y Despacho de Pemex, ubicada en Tapachula, es el principal punto logístico para la distribución de combustibles hacia la región del Soconusco, la Costa y municipios aledaños. Sin embargo, actualmente solo cinco pipas están operando de un total cercano a 30, debido a que las empresas arrendatarias y los operadores han suspendido el servicio ante la falta de pago por parte de Pemex. Esta situación ha provocado un cuello de botella que impide la entrada y salida de autotanques, bloqueados además por la manifestación de trabajadores jubilados que exigen atención médica.
“Estamos en una situación crítica, la empresa no ha pagado los servicios y por eso no hay pipas disponibles. Esto afecta directamente a la población que depende del combustible para su transporte, comercio y actividades diarias”, explicó uno de los operadores que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias.
IMPACTO EN LA POBLACIÓN Y COMERCIOS
El desabasto ya se refleja en el cierre temporal de al menos cinco gasolineras en Tapachula, mientras otras enfrentan filas kilométricas con automovilistas que realizan compras de pánico ante la incertidumbre sobre la duración del problema. En municipios como Huixtla, Huehuetán, Motozintla, Mazatán y Villa Comaltitlán, la venta se limita principalmente a diésel, mientras la gasolina regular (Magna) y premium presentan restricciones severas.
Habitantes y transportistas reportan largas esperas, límites estrictos en la cantidad de litros por vehículo (usualmente 10 litros) y cierres temporales de estaciones de servicio. “Es desesperante, algunos días encuentras gasolina y otros no. Las filas son largas y se teme que la situación empeore”, comentó un conductor en Tapachula.
REGIONES MÁS AFECTADAS Y DINÁMICA DEL DESABASTO
El Soconusco, una región clave en la frontera sur con Guatemala y la costa chiapaneca, ha sido la más golpeada por el desabasto, particularmente en municipios que dependen en gran medida del transporte terrestre para la economía local. Por otro lado, zonas costeras como Mapastepec y Tonalá no han reportado escasez, lo que indica que la distribución se está privilegiando a ciertas áreas, posiblemente por su relevancia estratégica o capacidad de almacenaje.
En Huehuetán, por ejemplo, la venta de gasolina tipo Magna se agotó por completo y se reanudó la venta limitada de gasolina Premium bajo estricta administración del combustible, una medida que se replica en otros municipios para intentar controlar el desabasto.
PROTESTA DE JUBILADOS Y EL PROBLEMA MÉDICO
Sumado al desabasto, un grupo de trabajadores jubilados y pensionados de Pemex bloqueó los accesos a la terminal en demanda de atención médica, denunciando que la falta de pago a los proveedores de servicios de salud ha dejado sin cobertura a muchos empleados retirados. Este bloqueo impide completamente el acceso de autotanques, agravando la crisis de suministro y dejando a la población sin un horizonte claro de solución.
“Nos dejaron sin atención médica y ahora también sin gasolina. La empresa parece olvidar a quienes dieron años de servicio”, manifestó uno de los manifestantes.
DENUNCIAS LABORALES Y RECORTES EN PEMEX
La crisis en la TAD-Pemex de Puerto Chiapas no es un fenómeno aislado. En días recientes, la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTyPP) emitió un pronunciamiento rechazando la cancelación de más de tres mil plazas de confianza en Pemex y la contención salarial que, aseguran, precariza el trabajo del personal técnico y especializado. Estas medidas afectan directamente la operación de la empresa y la moral de los trabajadores, quienes enfrentan la incertidumbre laboral mientras la distribución de combustible se resiente.
CONSECUENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
Distribuidores locales advierten que el problema puede escalar a un nivel social grave cuando empiece a afectar los servicios públicos esenciales como ambulancias, patrullas policiales, camiones de recolección de basura y transporte oficial. La falta de combustible no solo representa una crisis logística, sino una amenaza directa para la seguridad, salud y bienestar de miles de familias.
“Si la gasolina no llega, los servicios básicos se paralizan y eso puede generar un efecto dominó en la seguridad y la salud pública”, advirtió un distribuidor local.
LA AUSENCIA DE RESPUESTA OFICIAL
A pesar de la gravedad del conflicto, Pemex no ha emitido un comunicado oficial ni ha informado sobre los tiempos estimados para la normalización del suministro en la región. Esta falta de información alimenta la incertidumbre y la desconfianza de la población, que observa cómo el desabasto se prolonga sin una solución clara.
La crisis en la terminal de Puerto Chiapas refleja problemas estructurales en Pemex, que enfrenta dificultades financieras, recortes presupuestales y conflictos laborales. La precarización del trabajo técnico, la falta de inversión en infraestructura y la dependencia de proveedores externos para el transporte de hidrocarburos exponen la vulnerabilidad del sistema de distribución de combustibles en el país.
Además, la saturación de demandas sociales y la presión política complican aún más la gestión operativa, generando impactos negativos tanto en la población como en la imagen de la empresa estatal.
María López, comerciante en Tapachula: “Antes podíamos surtir nuestros vehículos sin problema, pero ahora tenemos que hacer filas largas o ir a otros municipios. Esto afecta el comercio y la movilidad”.
Juan Hernández, transportista en Huehuetán: “Solo venden diésel y muy limitado. La gasolina Magna está agotada. Si no se resuelve pronto, vamos a parar, porque sin combustible no podemos trabajar”.
Carlos Jiménez, manifestante jubilado: “Nos deben la atención médica desde hace meses y ahora esto. La empresa nos ignora. Estamos en protesta para que se nos atienda y se pague a quienes nos dan salud”.
La paralización en la Terminal de Almacenamiento y Despacho de Pemex en Puerto Chiapas evidencia una crisis multifacética que combina problemas financieros, laborales y logísticos. El desabasto de combustible afecta directamente a los ciudadanos y pone en riesgo servicios públicos fundamentales. La protesta de jubilados añade una capa social que refleja la desatención institucional hacia los empleados de la petrolera.
Mientras tanto, la falta de una comunicación oficial y de soluciones inmediatas exacerba la tensión social y genera incertidumbre en una región que depende críticamente de la distribución eficiente de hidrocarburos para su funcionamiento cotidiano.
La crisis en Puerto Chiapas es un reflejo de los desafíos que enfrenta Pemex a nivel nacional y un llamado urgente a la atención y coordinación entre autoridades, trabajadores y proveedores para evitar que el problema escale y cause daños irreparables a la sociedad chiapaneca.