Al avanzar colectivamente, buscan reducir riesgos asociados a la violencia, el robo y la extorsión
Argenis Esquipulas/PORTAVOZ
Una nueva caravana conformada por más de mil migrantes salió este miércoles desde una ciudad fronteriza con Guatemala, denunciando la falta de oportunidades laborales y la ausencia de respuesta por parte de las autoridades mexicanas frente a sus solicitudes de asilo.
El grupo, integrado principalmente por cubanos, pero también por personas provenientes de otros países de Centro y Sudamérica, partió del parque Bicentenario y se dirigió hacia la carretera México 200 con la intención de avanzar hacia el norte del país.
Acompañando la movilización, se desplegó un operativo conformado por media docena de patrullas de la Secretaría de Marina, Guardia Nacional, Instituto Nacional de Migración (INM), Policía Estatal y Policía Municipal, cuyo objetivo es auxiliar en el tránsito vehicular y garantizar que la caravana pueda avanzar sin incidentes mayores. Las autoridades aseguraron que su presencia busca proteger tanto a los migrantes como a los automovilistas que transitan por la ruta.
Yamile Sarmiento, una migrante cubana que forma parte del grupo, relató que su salida de Cuba fue motivada por la persecución política y la falta de oportunidades en su país de origen. La mujer explicó que para costearse la travesía se vio obligada a vender sus pocas pertenencias, dejando atrás a tres hijos que dependen de ella.
“Nos decidimos mover porque no nos dan papeles, no nos quieren dar trabajo, y necesitamos avanzar porque salimos de Cuba para avanzar, para ayudar. Por lo menos yo dejé a tres niños que dependen de mí”, narró Sarmiento, con la voz cargada de emoción y preocupación por el futuro de su familia.
Otro caso es el de Jaime Zepeda, ecuatoriano de 51 años que viaja acompañado de su hijo mayor. Zepeda indicó que la violencia del crimen organizado en Ecuador y la falta de oportunidades laborales fueron las razones que lo llevaron a abandonar su país.
Relató que el cierre de la empresa donde trabajaba como asesor comercial, consecuencia de los constantes apagones, lo dejó sin ingresos y complicó su situación económica.
“Aparte de la falta de empleo, nos ha tocado tomar la decisión de buscar un mejor mañana para la familia”, comentó Zepeda, mientras caminaba entre los cientos de migrantes que avanzaban por la carretera.
Su historia refleja la difícil realidad de muchos adultos mayores que, aun con experiencia laboral, enfrentan barreras para reincorporarse al mercado de trabajo en sus países de origen o en territorio extranjero.
La caravana también se ha manifestado públicamente contra la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), que según los migrantes retrasa de manera sistemática la resolución de sus solicitudes de estatus de refugiados o, en muchos casos, las niega.
Los migrantes denunciaron que, incluso, se les exige contratar abogados con quienes se presume existe un contubernio que les cobra por acelerar o garantizar los documentos necesarios para regularizar su estancia en México.
Portando una manta con mensajes como “Con papeles podemos aportar más a México” y “Papeles, no persecución”, los migrantes hicieron un llamado urgente al Gobierno de la Ciudad de México, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, para que les brinde apoyo y facilite el acceso a documentación que les permita trabajar legalmente y ayudar a sus familias.
Los integrantes de la caravana provienen de diversos países. Aunque la mayoría son cubanos, también se encuentran haitianos, venezolanos, hondureños, salvadoreños y guatemaltecos. La diversidad del grupo refleja los complejos fenómenos migratorios que atraviesan América Latina y el Caribe, donde las crisis económicas, la violencia y la persecución política obligan a cientos de miles de personas a buscar un futuro más seguro en otros territorios.
La situación de los migrantes en esta ciudad fronteriza se agrava por la explotación laboral y los elevados costos de vivienda. Los testimonios recogidos indican que los empleadores les pagan sueldos por debajo del mínimo legal, aprovechándose de su situación irregular, mientras que los precios de las rentas superan ampliamente sus ingresos, generando un ciclo de pobreza y vulnerabilidad difícil de romper.
Expertos en migración señalan que el fenómeno de las caravanas responde no solo a la necesidad de movilidad y seguridad, sino también a la desesperación generada por trámites administrativos lentos y burocráticos que limitan el acceso de los migrantes a derechos fundamentales.
La falta de empleo formal y de documentación regularizada en México los coloca en situaciones de riesgo frente a la explotación laboral, la violencia urbana y la discriminación.
La salida de esta nueva caravana se produce en un contexto de creciente presión sobre las políticas migratorias mexicanas, que han buscado equilibrar la recepción de migrantes con la cooperación internacional y los acuerdos bilaterales con Estados Unidos.
Sin embargo, la realidad en las ciudades fronterizas muestra un panorama distinto: miles de personas permanecen atrapadas en zonas limítrofes con escasas oportunidades de trabajo y vida digna, mientras esperan la resolución de sus solicitudes de refugio.
Los testimonios de los migrantes reflejan la frustración acumulada después de meses e incluso años de espera ante la COMAR. La burocracia, las largas listas de espera y la percepción de corrupción o irregularidades en la tramitación de los documentos generan desconfianza y, en muchos casos, llevan a los migrantes a tomar la decisión de avanzar por su cuenta, exponiéndose a riesgos considerables en el camino hacia el norte.
Algunos integrantes de la caravana relataron que la presión económica y social en sus lugares de origen también contribuye a la decisión de migrar. Familias enteras, en especial aquellas con niños y personas mayores, enfrentan la disyuntiva de permanecer en condiciones precarias o aventurarse en travesías largas y peligrosas con la esperanza de mejorar su calidad de vida.
La marcha de este miércoles refleja un fenómeno que ha caracterizado a México en los últimos años: la formación de caravanas de migrantes como una estrategia de visibilización y autoprotección frente a la migración irregular. Al avanzar colectivamente, los migrantes buscan reducir riesgos asociados a la violencia, el robo y la extorsión, además de llamar la atención de las autoridades y la opinión pública sobre su situación.
Durante el recorrido, se observó cómo las patrullas que acompañan a la caravana se encargan de desviar el tránsito vehicular, garantizar la seguridad de los caminantes y asistir en caso de emergencias médicas o incidentes en carretera. Sin dado, a pesar de la presencia de fuerzas de seguridad, el trayecto continúa siendo un desafío, ya que los migrantes deben caminar varios kilómetros bajo el sol y enfrentarse a la fatiga, la deshidratación y otras adversidades físicas y emocionales.
La problemática de la migración en la frontera sur mexicana no se limita únicamente al ámbito administrativo o legal. También implica cuestiones de integración social, acceso a servicios básicos, salud y educación. La falta de políticas públicas efectivas para la integración de los migrantes en las ciudades fronterizas genera tensiones con las comunidades locales y limita las oportunidades de que los extranjeros puedan contribuir plenamente a la sociedad que los acoge.
Mientras avanzan hacia el norte, la caravana se mantiene firme en su objetivo: regularizar su situación y encontrar empleo digno que les permita sostener a sus familias. La solidaridad entre los participantes y la organización del grupo son clave para enfrentar las dificultades del camino. Muchos migrantes explican que, a pesar de los obstáculos, el espíritu de cooperación y la esperanza de un futuro mejor los mantiene en marcha.
La travesía también llama la atención sobre la necesidad de un diálogo más amplio entre autoridades, organizaciones civiles y organismos internacionales para garantizar que los derechos de los migrantes sean respetados y que puedan acceder a procedimientos de asilo y refugio justos y transparentes. La coordinación entre la COMAR, el INM y los gobiernos locales es crucial para evitar situaciones de abuso, explotación y vulnerabilidad que afectan a miles de personas.
El testimonio de Yamile Sarmiento y Jaime Zepeda representa solo una fracción de las historias que conforman la realidad de esta caravana. Cada migrante lleva consigo experiencias de desplazamiento forzado, violencia, precariedad económica y separación familiar, que reflejan la complejidad de los flujos migratorios contemporáneos en la región.
La caravana de este miércoles es un recordatorio de que la migración no es solo un fenómeno numérico o estadístico, sino un proceso profundamente humano que implica sueños, sacrificios, miedos y esperanzas.
Mientras el grupo avanza por la carretera México 200, su destino sigue siendo incierto, pero su mensaje es claro: buscan dignidad, derechos y oportunidades para poder contribuir al país que los acoge, siempre con la intención de mejorar la vida de sus familias y comunidades.
En conclusión, la movilización de estos más de mil migrantes cubanos y latinoamericanos subraya la urgencia de políticas migratorias más humanas y efectivas, así como de mecanismos que permitan a quienes huyen de la violencia, la persecución y la pobreza regularizar su situación legal, acceder a empleo digno y vivir con seguridad y dignidad.
La travesía recién iniciada será un termómetro del compromiso de México con los derechos humanos y la protección de quienes, en busca de un futuro mejor, arriesgan todo en el camino hacia la esperanza.