Generaría distorsión en el mercado regional, desabasto temporal, mayor presión inflacionaria y afectaciones a empleos
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
En un movimiento que ha sacudido al sector agroalimentario de América del Norte, el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció este lunes su decisión de retirarse del Acuerdo de Suspensión de la Investigación Antidumping sobre el tomate mexicano, vigente desde hace 28 años. La medida reactiva automáticamente una cuota compensatoria del 17.09 por ciento sobre las importaciones de tomate provenientes de México, y ha provocado una enérgica reacción del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), que alertó sobre graves consecuencias económicas, sociales y alimentarias tanto para México como para Estados Unidos.
“Esta decisión representa un retroceso en la integración de América del Norte y pone en riesgo la seguridad alimentaria de la región”, declaró el CNA en un comunicado oficial. Con esta medida, que muchos consideran proteccionista, se reconfigura el tablero del comercio agroalimentario regional y se pone a prueba la capacidad de diálogo y cooperación entre ambos países en un tema tan sensible como el abasto de alimentos.
UNA MEDIDA QUE ROMPE UN ACUERDO HISTÓRICO
El Acuerdo de Suspensión del Antidumping sobre el tomate mexicano fue establecido en 1996 como una solución negociada para evitar la imposición de aranceles tras acusaciones de dumping por parte de productores estadounidenses. Durante casi tres décadas, el acuerdo permitió que las exportaciones de tomate mexicano ingresaran libremente al mercado estadounidense sin aranceles, lo que a su vez contribuyó a estabilizar los precios, garantizar el abasto y fomentar una integración más profunda de las cadenas productivas binacionales.
Con la retirada del acuerdo, entra en vigor un arancel del 17.09 por ciento sobre todas las importaciones de tomate mexicano. Para los exportadores mexicanos, esto representa un golpe directo a su competitividad en el principal mercado de destino: Estados Unidos consume más del 55 por ciento del tomate que México produce para exportación, y México provee nueve de cada 10 tomates importados por el país vecino.
“El retiro del acuerdo y la imposición de aranceles no solo son un golpe económico, sino una ruptura de la confianza entre socios comerciales que, durante décadas, han trabajado por consolidar una región agroalimentaria integrada”, advierte el CNA, que representa a 1.8 millones de productores agropecuarios en México y concentra el 85 por ciento de las exportaciones agroalimentarias del país.
IMPACTO DIRECTO EN LOS PRECIOS Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
Uno de los puntos más preocupantes para los actores del sector es el impacto directo que la medida tendrá sobre los precios al consumidor. Al encarecerse las importaciones de tomate mexicano —debido al arancel del 17.09 por ciento—, los mayoristas y minoristas estadounidenses se verán forzados a trasladar ese costo al consumidor final. Esto se traducirá en un incremento inmediato en el precio del tomate y de todos los productos que lo contienen: salsas, alimentos procesados, insumos para restaurantes, y comidas listas para el consumo.
“Esta medida no solo perjudica a los productores mexicanos. Afecta a toda la cadena productiva binacional y, en última instancia, a los consumidores estadounidenses, quienes enfrentarán precios más altos y una menor variedad de productos frescos”, señaló el CNA.
Expertos consultados por esta redacción coinciden en que el arancel podría tener consecuencias aún más amplias: distorsión en el mercado regional, desabasto temporal de productos, mayor presión inflacionaria en alimentos frescos, y afectaciones a empleos vinculados con la cadena agroalimentaria, tanto en México como en Estados Unidos.
“El tomate es un producto base en la dieta de millones de personas. En Estados Unidos, su consumo es masivo y transversal: desde las cadenas de comida rápida hasta los hogares más humildes. Un aumento en su precio puede parecer pequeño, pero su efecto acumulado es enorme”, explicó Miguel Salazar, economista agrícola del Centro de Estudios para la Integración Regional.
UNA CADENA PRODUCTIVA PROFUNDAMENTE INTERCONECTADA
El caso del tomate mexicano ilustra a la perfección la complejidad y profundidad de la interdependencia agroalimentaria entre México y Estados Unidos. De acuerdo con cifras del CNA, la cadena del tomate emplea directa e indirectamente a más de 400 mil personas en México, muchas de ellas en regiones rurales donde la producción de hortalizas representa una de las pocas opciones de ingreso formal. En Estados Unidos, las empresas distribuidoras, comercializadoras, supermercados y restaurantes también dependen de un suministro constante, accesible y de calidad del tomate mexicano.
“En lugar de construir muros comerciales, deberíamos estar reforzando los puentes de cooperación que han dado buenos resultados por décadas. La medida del Departamento de Comercio es regresiva y politiza un tema que debería ser técnico y estratégico”, lamentó la vicepresidenta del CNA, Adriana Castillo.
La funcionaria señaló además que la medida llega en un momento particularmente delicado: la inflación alimentaria en Estados Unidos sigue siendo motivo de preocupación, especialmente entre los sectores más vulnerables. “Encarecer el acceso a alimentos frescos es una receta para agudizar problemas sociales que ya existen”, agregó.
TENSIÓN EN EL MARCO DEL T-MEC
La decisión de Washington también revive tensiones en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), vigente desde julio de 2020. Uno de los pilares del T-MEC es precisamente la eliminación de barreras comerciales injustificadas y el fortalecimiento de cadenas de suministro regionales. Para autoridades y productores mexicanos, la reactivación de este arancel contradice esos principios y podría abrir la puerta a otras medidas unilaterales.
“No se trata solo de tomates. Lo que está en juego es el principio mismo de integración regional que hemos construido con mucho esfuerzo en América del Norte. Si hoy son los tomates, mañana pueden ser los aguacates, los berries o el azúcar”, advirtió el CNA.
El Gobierno mexicano, por su parte, ha manifestado su desacuerdo con la decisión del Departamento de Comercio y ha solicitado abrir canales de diálogo bilateral para reconsiderar la medida. La Secretaría de Economía está evaluando los mecanismos legales y diplomáticos disponibles para defender los intereses del sector agrícola nacional dentro del marco del T-MEC.
EL LLAMADO AL DIÁLOGO Y LA DIPLOMACIA COMERCIAL
Ante este panorama, el Consejo Nacional Agropecuario ha hecho un llamado urgente a las autoridades de ambos países para retomar el diálogo y encontrar soluciones que eviten una escalada de tensiones comerciales. La organización propuso la instalación de una mesa binacional de alto nivel que permita revisar los fundamentos técnicos de la medida, evaluar sus impactos y buscar alternativas viables.
“México ha sido un socio confiable, competitivo y responsable en la provisión de alimentos para América del Norte. El tomate es solo un ejemplo de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos. No podemos permitir que se impongan barreras sin un análisis profundo de sus consecuencias”, concluyó el CNA.
En este contexto, diversos organismos empresariales, académicos y sociales han manifestado su respaldo a la postura del CNA, coincidiendo en la necesidad de proteger la estabilidad de las cadenas agroalimentarias regionales.
La disputa en torno al tomate mexicano se ha convertido en un caso emblemático del tipo de desafíos que enfrenta la integración económica de América del Norte. Más allá de los aspectos técnicos y legales, el fondo del asunto es político, estratégico y humano: ¿Cómo garantizar alimentos accesibles y de calidad para millones de personas en la región, mientras se protege a los productores y se respeta la lógica de los acuerdos comerciales?
Mientras las autoridades mexicanas y estadounidenses se preparan para intensas negociaciones, la incertidumbre ya ha comenzado a golpear a los agricultores, comerciantes y consumidores. Lo que está en juego no es solo un cargamento de tomates, sino el modelo de cooperación que ha sustentado a una de las regiones agroalimentarias más dinámicas del planeta.