Más de 300 ciudadanas enfrentan trabas para operar en la capital. Las negativas municipales
amenazan su sustento sin justificación legal
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: CORTESÍA
El emprendimiento femenino, que floreció como alternativa ante el desempleo durante la
pandemia, enfrenta hoy un nuevo tipo de crisis, la institucional. Para más de 300 mujeres que
integran el colectivo Conejas Bazar AC, la reactivación económica se ha vuelto una batalla contra
obstáculos burocráticos y tratos autoritarios, pese a cumplir con todos los requisitos legales para
operar en espacios públicos de Tuxtla.
Lo que antes fue una opción de subsistencia hoy está en riesgo por decisiones municipales que,
lejos de apoyar a este sector, imponen trabas sin justificación clara. Según Guadalupe Mena,
representante del colectivo, las negativas se dan sin argumentos válidos y en un clima de
hostilidad institucional. La omisión deliberada de las autoridades, incluyendo el silencio ante
oficios formales, reveló una desconexión grave con la realidad económica de estas mujeres.
La narrativa de “ordenar el comercio” pierde legitimidad al traducirse en negaciones arbitrarias y
prácticas que rayan en la intimidación. Desde retirar celulares durante reuniones hasta frases que
oprimen al colectivo, las acciones del ayuntamiento han escalado de la simple indiferencia a una
forma velada de violencia institucional.
Para muchas integrantes del bazar, que sostienen a sus familias con ingresos de apenas dos fines
de semana al mes, esta incertidumbre no es solo administrativa, es una amenaza directa a su
sustento. Mientras otros colectivos migran a municipios vecinos en busca de condiciones más
humanas, Conejas Bazar resiste en la capital, defendiendo no solo un espacio de venta, sino una
red de vínculos construida con esfuerzo y dignidad.
El fondo de esta lucha no es solo un permiso, es el reconocimiento del derecho a habitar el espacio
público con proyectos legítimos. La falta de voluntad política para dialogar no solo silencia voces,
sino que erosiona los pilares de una ciudad que presume de apoyar el desarrollo local. La
solidaridad ciudadana será clave para que estas emprendedoras no desaparezcan por decreto.