Manuel Velázquez
“El sur, el amado sur, es la libertad sobre la pampa tendida
Esperando que despierte el hombre sus maravillas(…)”.
Facundo Cabral
No sé de dónde viene el resultado de mi trabajo, es un cuerpo que se hace presente en la pintura. Sé que se origina con mis manos, mis ojos, mis emociones, a partir de una suerte de “diseño previo” que surge, sin duda, de mi preocupación por la pintura y sus posibilidades en el espacio tridimensional.
Hay una frase de Picasso que dice que “la calidad de un pintor depende de la cantidad de pasado que lleve consigo”, esta frase poderosa, me invita a reflexionar cómo un pintor se nutre de las huellas de su origen. Somos un cuerpo lleno de memorias, de palabras y de imágenes. Las vivencias se materializan en la obra de un autor, no como anécdotas de vida, sino como un registro particular, como un archivo de memorias, de experiencias que permiten la creación de nuestro presente; expresión identitaria que resuena con autenticidad y profundidad.
La frase de Picasso nos invita a contemplar el arte no solo como una expresión estética, sino como un testamento del viaje humano. Cada obra en su esencia es un testimonio del tiempo, una manifestación que transforma la carga del pasado en huella atemporal del presente. Desde esta perspectiva, el proceso creativo no es solo un ejercicio intelectual o técnico, es una expresión genuina del individuo que lo realiza. Cada línea ejecutada, cada forma moldeada, lleva consigo la impronta única de las manos que lo hicieron, los ojos que le formaron y las emociones que inspiraron su creación. La declaración de Picasso también sugiere una aceptación de la incertidumbre, que a menudo acompaña al proceso creativo. Aunque el artista puede tener un plan inicial o una visión, el resultado final suele sorprender incluso al creador, revelando capas de significado e identidad, que solo emergen en el acto mismo de hacer.
Yo me formé en la Escuela de Artes Plásticas de Chiapas, a la edad de 12 años, ahí tomé clases a cargo del maestro Luis Alaminos, Jacobo Martínez y Ramiro Jiménez Pozo. En aquel tiempo, la escuela (bautizada por Hugo “Huitzilopochtli” como “La escuelita de pintura”), era en realidad una especie de taller libre de artes. Pasé un año en la clase de dibujo,para después realizar algunos bodegones sobre papel con acrílico; en aquel entonces el acrílico no era una técnica muy apreciada; empezaba a introducirse y se desconocía su durabilidad. También trabajé el encausto, un proceso que aún persiste en mi trabajo.Durante seis años realicé bodegones, paisajes y figura humana. Mi estancia en La Escuela de Artes Plásticas de Chiapas conformó un acervo y una visión para lo que sería mi desarrollo profesional, ahí se edificaronalgunas nociones sobre el arte que aún conservo.
Un artista es un reservorio de memorias que se nutren de su propia experiencia de vida, pero también de su pasado cultural y artístico. México es un país lleno de identidades y cruces culturales. Se puede decir que somos producto de una mezcla universal de culturas (occidental, oriental, africana, árabe y nuestras propias culturas originarias). Un artista profesional debe construir un acervo de memorias, acumular pasado, llenarse de vida a través de imágenes, lecturas, obras de teatro, cine, danza, cultura popular y todo aquello que nutra su trabajo. Que tu cuerpo rebose de palabras. Vive, vive, vive.
Recuerdo ahora estas enseñanzas porque vuelvo al sur, para ofrecer una charla sobre mis experiencias como profesional de las artes visuales. No te pierdas la conferencia Cómo ser un artista profesional. Las artes visuales y la autogestión, el 3 de octubre a las 12 h en el Auditorio del Campus universitario de la Facultad de Artes de la Unicach. Calzada Samuel León Brindis 151, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.